A menos de 24 horas de que el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, se ufanara de no humillar a la Función Pública, en el Instituto de Previsión Social (IPS) estalló despidos en serie en diferentes localidades del país, se denunciaron aprietes a funcionarios administrativos como al personal de blanco y trascendieron audios que sugieren abominables transadas de cargos a cambio de votos a favor de candidatos del oficialismo. Si estas persecuciones, despidos y denigrantes bajadas de líneas prebendarias no implican una humillación a empleados del sector público, evidentemente el Presidente desconoce o se desentiende del real significado de la palabra como de la dignidad de trabajar libremente, tal como en la teoría garantiza el estado de derecho.
La persecución política que se gestó en distintas filiales del IPS, además de una desafortunada humillación laboral, es un atentado contra los intereses de todos los funcionarios formales de la República que, pese a las precariedades del servicio, sostienen esta institución históricamente considerada como un gigantesco elefante hasta ahora imposible de levantar. Es así que esta realidad evidencia otra mentira del Presidente en su alocución sobre su gestión como jefe de Estado, ya que la humillación que dijo no haber propiciado en la Función Pública contrasta con las hostiles prácticas de prebenda en su gobierno y ahora más intensamente de apriete a los que no se alinean para el continuismo.
Desde que arribó al Gobierno Mario Abdo Benítez saltaron escandalosos favores con cargos públicos, modus operandi que continúa. Muestra de esto es que una radióloga despojó de oportunidades a grandes ingenieros, especialistas de obras y se ubicó como asesora en el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC). Tampoco podemos olvidarnos del asadero amigo, un bachiller que servía en las fiestas de aliados políticos ubicado como síndico en Cañas Paraguayas SA (Capasa) y varios otros paracaidistas que se aprovecharon del padrinazgo político para clavarse en puestos sensibles del Estado.
La campaña electoral volvió aún más devoradores a los hombres del Gobierno que están creando contrataciones temporales masivas en instituciones altamente sensibles a la seguridad como el Ministerio de Justicia, en Yacyretá ni hablar, etc. En paralelo iniciaron arreos extorsivos a quienes dependen de salarios públicos, como se da con mucha alevosía en el IPS, según las denuncias. Comenzaron la cacería de funcionarios no alineados a favor de la campaña política del oficialismo, por orden de arriba, señalan los trascendidos que sindican como brazo ejecutor al presidente de la previsional Vicente Bataglia, el mismo que llenó los bolsillos del empresario amigo del Vicepresidente con jugosos contratos de limpieza en su institución.
En estos últimos días descontrataron personal de farmacia en la filial de IPS en Villa Hayes, en la ciudad de San Juan Bautista, Misiones, personal de blanco y administrativo denunciaron desvinculación de la previsional por “no acompañar la candidatura de Richard Ramírez, precandidato a gobernador; Carlos Arrechea, precandidato a diputado, y Hugo Velázquez, precandidato a presidente”.
En Ciudad del Este y Hernandarias la situación es aún más densa porque despojaron de médicos a los hospitales del IPS, cuando la escasez de profesionales es una constante en el servicio de la institución y estas represiones político partidarias generan un perjuicio tremendo para los asegurados que claman atención médica y viven quejándose de limitados turnos para acceder a consultas. Una humillación terrible es la que la administración Bataglia inició en la previsional muy por el contrario al discurso del Presidente. Es indudablemente un desprecio a la vida de los asegurados que le quiten a profesionales de diversas especialidades, sumando así otro problema a los cientos que ya se tienen en el IPS y que se traducen en carencias y malos tratos que muchas veces rayan lo inhumano, como la privación de mínimas comodidades a los familiares de los pacientes e internados.
Los asegurados toleran ya demasiadas miserias y falencias en el servicio por el que abonan mes a mes, en algunos casos equivalen a aportes millonarios por contraprestaciones que no compensan la inversión. De ahí que más que nunca están llamados a romper ese estado pasivo y elevar alguna voz de protesta para que la política partidaria no dañe aún más la institución.
Suficientes esquemas de ordeñe con licitaciones amañadas a favor de los amigos del poder se vienen tolerando como para extender el deterioro institucional al desempleo dentro de la estructura del IPS, por cuestiones electorales. Ante la ausencia de los entes encargados de velar por el buen manejo de administración pública, las esperanzas de frenar mayor desmoralización de la previsional básicamente se recuestan en los aportantes, obreros y patronales; así también en algún miembro del Consejo de Administración desapegado a los intereses proselitistas que pueda elevar la voz contra los politiqueros insaciables que quieren seguir mamando del Estado valiéndose de bajezas, como las extorsiones que llevan adelante en busca de votos.