Fue un discurso deslucido. Absolutamente insípido. Sin ningún destello intelectual. Carente del brillo de figuras literarias articuladas con originalidad creativa. Fue una sumatoria de frases sin contenido, saturada del empalagoso autoelogio.
Con alto déficit de una dialéctica que pudiera sostener la tesis de los resultados y la antítesis de las deudas, en todas las áreas, en la formulación de una crítica al interior del Gobierno, en la búsqueda de una síntesis fecundada por la imaginación que pudiera insinuar siquiera alguna salida viable a este ensombrecido futuro en ciernes, causado por la mediocridad y sinvergüencería de los saqueadores de la cosa pública, amparados por la impunidad promovida desde el propio Poder Ejecutivo.
Pudo haber sido un acto de honestidad patriótica –quizá el único– de ese patriotismo del cual tanto se jactó el presidente Mario Abdo Benítez en su mensaje virtual al Congreso de la Nación, dando cumplimiento a lo que establece el Artículo 238, inciso 8 de la Constitución Nacional.Fue una rendición de cuentas rimbombante, aburrida, sosa y fofa. Desabrida e inconsistente. Los redactores del discurso del mandatario intentaron convertir este escenario oficial en una tribuna para desacreditar a sus adversarios internos dentro de la Asociación Nacional Republicana (ANR).
Lo planearon con dos propósitos mal calculados, a juzgar por los resultados: primero, que la campaña sistemática en contra de los líderes y precandidatos del movimiento Honor Colorado tuviera la repercusión que, hasta ahora, no han conseguido y segundo, que acaparara los principales espacios, especialmente las tapas de los diarios, en las cadenas mediáticas amigas de los grupos Zuccolillo y Vierci. Pero la soberbia impide leer de las lecciones del pasado. Y eso que el ahora principal referente político del oficialismo es el ex presidente de la República Nicanor Duarte Frutos.
Decimos principal, porque es quien reasumió el perimido lenguaje de la agresión y el agravio, sin entender lo que afirmaba uno de los fundadores del Partido Colorado: “La diatriba la utilizan aquellos que viven en la orfandad del sentimiento popular” y, por esa razón, añadía, “no nos combaten con ideas, sino que utilizando aquellos medios vedados que todos muy bien conocen”. Y entre esos medios citados figura esa misma arrogancia que facilitó que esta asociación política perdiera el poder en el 2008.
Y esa experiencia nos indica, con irrebatible regularidad, que estos medios son aliados de los gobernantes de turno hasta un tiempo prudencial a sus intereses comerciales que, generalmente, suele fenecer un año antes de concluir el período presidencial. Es decir, justo ahora. Por eso no dieron destaque a las expresiones desaforadas de Abdo Benítez. En cambio, uno de ellos le subraya su olvido “a los históricos reclamos sobre Itaipú”, aunque no dejó de mencionar en letras de menor porte los “mensajes que dejó el jefe de Estado a Horacio Cartes y Santiago Peña”.
Y de esto último derivaron los grandes titulares de otro medio: “Abdo trasladó internas de la ANR a su informe de gestión”. Si los integrantes del Gobierno se estaban frotándose las manos con grandes expectativas de que el discurso tendría “efectos fulminantes” sobre sus oponentes políticos, habrán despertado con un baldazo de agua fría. Probablemente, en algunas semanas más, estas corporaciones mediáticas volverán a su agenda de “opositores” al Gobierno, en el afán de recuperar la credibilidad perdida hace años. Precisamente a partir de estas contorsiones en su línea editorial.
Políticos con visiones caducas en la construcción del poder, partidario y nacional, ante la inminencia de una derrota presagiada por todas las encuestas realizadas a nivel país, los miembros del gobierno de Mario Abdo Benítez, agrupados en el movimiento Fuerza Republicana, han recrudecido el lenguaje de la descalificación y la infamia. Políticos sin escrúpulos, muchos de ellos, que no tendrán inconveniente mañana en abrazarse con quienes hoy son el objetivo de sus más inmisericordes ataques con expresiones soeces, ordinarias y chatas, que suelen causar una reacción contraria a la deseada. Porque la gente se hartó de los mismos rostros y del mismo discurso. Ese discurso que el Presidente trasladó en su rendición de cuentas al Congreso de la Nación, envileciendo su investidura, deshonrando el mandato constitucional y burlándose del pueblo y de los parlamentarios de todos los partidos.
A este Gobierno le está llegando la hora fatal de dejar el poder y responder por los altos niveles de corrupción, aumentando los índices de la pobreza extrema. Ni una alusión del Presidente a la inseguridad alimentaria grave, incluyendo gente que deja de comer todo un día, que golpea a varios departamentos de la República, siendo los más afectados Caazapá, Itapúa, San Pedro y Caaguazú. Estos mismos fracasados, y algunos reincidentes, hoy prometen lo que ya no hicieron en los últimos cuatro años. Algunos continúan con la firme creencia de que somos un pueblo de cretinos. Una pena y, sobre todo, una vergüenza.