Luego de los días de las celebraciones de la Semana Santa y el más grande desplazamiento en masa de la gente después de la pandemia, la nueva etapa septenaria comenzó con otra amenaza. La de los camioneros que habían anunciado nuevas jornadas de paros y de clausura de rutas y calles públicas en todo el país. Lo más llamativo es que la medida de fuerza anunciada se produce apenas unos días después del apresamiento de cinco líderes de los transportistas por la denuncia de haber pedido al Gobierno una coima de 50.000 dólares para no cerrar las vías públicas.
En una actuación especial, la Fiscalía intervino días pasados cuando uno de los camioneros se presentó para llevar la suma solicitada a las autoridades mientras otros cuatro directivos del gremio esperaban la llegada del dinero en un lugar cercano. Los cinco gremialistas pillados en falta fueron apresados por orden de la fiscal interviniente y acusados de haber intentado cometer una extorsión al Estado paraguayo, lo que en lenguaje cotidiano se llama coima.
Por todo lo acontecido la semana pasada, pareciera que la última amenaza del cierre de rutas responde al hecho de que el Gobierno no haya efectivizado la entrega del dinero que algunos dirigentes gremiales habían solicitado, según la denuncia. El contexto en que se están produciendo los hechos hace sospechar que el cierre de rutas previsto para esta semana es una reacción a que no se recibió la coima y a las denuncias realizadas contra los gremialistas camioneros actualmente detenidos en el marco de la investigación del intento de extorsión. Por eso no es extraño el pedido hecho por algunos dirigentes del sector afectado para que el Gobierno publique las pruebas del cohecho denunciado por el Ministerio Público.
El Gobierno no tiene por qué mostrar las pruebas que en el juicio las presentarán los representantes del Ministerio Público en el momento que corresponde a los trámites jurisdiccionales. La Fiscalía tiene que realizar las investigaciones correspondientes, acercar las pruebas que tenga al Juzgado y el juez de la causa determinará la responsabilidad de los acusados por el intento de extorsión. No se pueden eliminar las etapas procesales por la presión que están haciendo algunos camioneros sobre la situación de sus dirigentes investigados.
Ante el nuevo anuncio de cierre de rutas, por fin la Policía Nacional decidió actuar en las rutas del país para hacer frente a la medida de fuerza. En un documento oficial estableció el estado de alerta de seguridad del 100% ante la movilización anunciada por los transportistas, ya que el Gobierno tiene el propósito de hacer respetar el libre tránsito en todo el país, como corresponde en derecho, según anunció el ministro del Interior.
Como ya se ha dicho desde estas páginas, el Estado tiene el monopolio de la fuerza pública para mantener o restablecer el orden en todo el país. Por eso ha causado extrañeza que anteriormente no haya actuado adecuadamente para evitar la agresión de los transportistas a las libertades de terceros. Postura que se aguarda pueda revertir actualmente para salvaguardar los derechos de los que nada tienen que ver en el asunto y son perjudicados por las medidas de fuerza.
El derecho a manifestarse es una garantía establecida por la Constitución Nacional, que no debe vulnerar la otra también fijada en la Carta Magna para la libre circulación de las personas en todo el territorio nacional. El derecho a reclamar y manifestarse no tiene por qué afectar a los sectores de la ciudadanía que nada tienen que ver en el reclamo. El cierre de las vías públicas perjudica no solo al resto de la ciudadanía, sino también a los transportistas, que, al no trabajar, no producen ganancias y tienen costos fijos que cubrir.
Es necesario revertir el sistema de reclamos actual. No hay por qué continuar con el hábito de recurrir a la violencia y la extorsión ante cualquier tipo de inquietudes sociales o económicas. Debe ponerse de moda la conversación civilizada y el diálogo negociador para dirimir las diferencias y encontrar las soluciones a los problemas. La agresión y la violencia solo causan heridas que luego hay que restañar y situaciones embarazosas que obligan a pagar altos precios.