Los contornos de la situación nacional se van dibujando con trazos bien definidos luego de lo acontecido en el primer trimes­tre del año. Con base en los nuevos ele­mentos que va aportando el transcurrir de los días, tanto en Paraguay como en todo el mundo, se puede prever con cierta precisión que el 2022 no será un año fácil porque en el horizonte se insinúan las consecuencias de la guerra europea. A todas luces, este año no será igual a lo que señalaban las previsiones de diciembre último, y todo el mundo, no solo nuestro país, tendrá que ajustarse los cinturones de diverso modo.

A tono con los problemas económicos que apuntan la situación nacional e interna­cional, la confianza del consumidor para­guayo cayó a la zona de pesimismo porque se vislumbra una indisimulada incerti­dumbre. La posible declinación de la eco­nomía no es solo una preocupación en la discusión de los académicos del ramo. Es la percepción de la ciudadanía, que en el día a día va sintiendo los temblores de la realidad por los golpes que recibe y lo que se podría vislumbrar para el futuro cer­cano a consecuencia de ellos.

La encuesta mensual que realiza el Banco Central del Paraguay (BCP) para medir la temperatura social sobre las activi­dades económicas revela claramente el tono poco optimista captado en marzo último. El Índice de Confianza del Con­sumidor (ICC) del mes pasado refleja un nivel inferior a los registrados en febrero de este año y meses anteriores y se ubica en la zona de pesimismo, con el puntaje de 45,8, luego de ocho meses consecutivos de mejor crecimiento, ya que el anterior registro negativo fue en junio del 2021.

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Entre los componentes del índice de con­fianza está el Índice de Situación Econó­mica (ISE), que también disminuyó en rela­ción con el mes anterior, lo mismo que el Índice de Expectativas Económicas (IEE) que se redujo al situarse en 60,9 puntos.

El estudio indica que la predisposición de los agentes económicos para realizar la compra de bienes durables sufrió un bajón en los porcentajes de personas que piensan invertir en la materia.

El ICC es una encuesta que elabora la banca central con los ciudadanos del país de más de 18 años. En el Índice de Situa­ción Económica se refleja la opinión de los encuestados sobre la situación económica actual de la persona, de su hogar y del país con respecto a un año atrás. El Índice de Expectativas Económicas revela el sen­tir de los encuestados sobre su situación como personas, su hogar y el país para dentro de un año.

Los técnicos del BCP explicaron que la disminución de la confianza del consu­midor guarda relación con el conflicto armado entre Rusia y Ucrania y sus deri­vaciones en el campo del precio del petró­leo y otras repercusiones en el mercado internacional. Aunque también hay ele­mentos autóctonos, como la sequía última y sus repercusiones en la producción y venta de la soja y otros productos agríco­las, que repercuten muy fuertemente en la solidez económica paraguaya.

El Departamento de Agricultura de EEUU hizo otro recorte de 700 mil tone­ladas en las previsiones de ventas de soja paraguaya por encima de lo ya reportado anteriormente, con lo cual, debido a esta última disminución, el total de las expor­taciones de este grano será de 2,9 millo­nes de toneladas, una cifra inferior a los 3,6 millones de toneladas que había pre­visto en febrero último.

Que el índice de confianza de los consu­midores paraguayos haya caído en marzo pasado es un fiel indicador de la reali­dad que se está viviendo. Y por eso no se lo puede tomar solamente como un dato estadístico más.

Como la encuesta del BCP refleja la per­cepción y el sentir actual de la ciudadanía, las autoridades nacionales deben tomar las medidas que se requieren para dis­minuir el impacto de las subas de precios de productos del consumo ciudadano. Aparte de los artículos de la canasta fami­liar afectados por la inflación, se debe intervenir en los servicios y otros sectores en que repercuten los aumentos. No con el control de precios, sino con medidas que alivianen los costos, como la disminución de la carga impositiva y la baja en la coti­zación del dólar de importación.

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