Las propuestas de aumentos salariales para un sector de funcionarios del Estado preocupan tanto a los exponentes del Gobierno como a los empresarios del sector privado. Afirman que son tremendamente inoportunas desde el punto de vista administrativo y constituyen una amenaza a la estabilidad de las finanzas públicas, que siguen con un déficit superior al permitido por la ley.
Desde ciertos sectores del Gobierno que apoyan la candidatura del Vicepresidente alientan esos aumentos para cosechar los votos de los funcionarios para el precandidato oficialista. Por eso el vicepresidente Hugo Velázquez firmó en marzo un preacuerdo para un ajuste del 15% con la Coordinadora de Gremios de Funcionarios Públicos y Entes Descentralizados. Aunque en un rapto de cordura, desde el Palacio de López, voceros del Ejecutivo manifestaron el lunes su oposición a cualquier tipo de incremento salarial. Lo que no impidió que la Cámara de Diputados haya aprobado un proyecto de ley que autoriza un alza del sueldo para los actuarios judiciales, que ahora aguarda la resolución del Senado. El aumento para este sector y para los empleados administrativos de Salud Pública alcanzaría los 140 millones de dólares, suma que no tiene cómo cubrirse con los ingresos tributarios que algunos quieren recortar.
Luego de la reunión conjunta del lunes último entre empresarios y altos funcionarios del Gobierno, algunos voceros coincidieron en manifestar su preocupación por las ideas de un sector del Poder Legislativo, que quiere reducir las tasas de algunos impuestos y al mismo tiempo autorizar aumentos salariales a los trabajadores del Estado. Gente de la Unión Industrial Paraguaya (UIP) señaló que, si eso ocurriera, el déficit fiscal de este año se elevaría en 1,5 puntos porcentuales y amenazaría seriamente la estabilidad macroeconómica que no está en su mejor momento.
Uno de los voceros del Ministerio de Hacienda dijo que la preocupación es porque las iniciativas legislativas, si toman cuerpo, pueden afectar a las finanzas públicas en alrededor de 700 millones de dólares debido al impacto de los aumentos salariales y la disminución de las recaudaciones. Con ello se pone en riesgo la sostenibilidad fiscal y el equilibrio macroeconómico, que permitió aguantar los golpes de los últimos años.
Si se llegan a concretar las medidas que proyectan algunos sectores oficiales, el déficit del Estado podría llegar al 4,6% en lugar del 3% programado en el presupuesto de este año. El sector privado sostiene que las disposiciones que estudia el Congreso generarán malas condiciones para el empleo y pueden desalentar las inversiones. “Estamos caminando por la cornisa y no nos estamos dando cuenta”, comentó el presidente de la Unión Industrial Paraguaya (UIP), Enrique Duarte. Pidió responsabilidad a los sectores políticos, puesto que nos encontramos en medio de una crisis mundial, a la que se suman las consecuencias de la sequía y los coletazos del contrabando. Pidió que no se ponga en peligro la estabilidad macroeconómica.
La situación laboral de los funcionarios del Estado es muy diferente a la de los empleados del sector privado. Trabajan menos horas y días a la semana, por lo que no se los puede comparar con los trabajadores no gubernamentales. El empleado estatal trabaja solo 5 días a la semana, de lunes a viernes, y sus horarios laborales son de 6 horas en los poderes Judicial y Legislativo, y de 8 horas en el Ejecutivo. Los estatales no acumulan obligatoriamente las 48 horas semanales del sector privado, pues si en el Poder Ejecutivo se alcanza 40 horas, en los otros dos poderes trabajan solamente 30 horas por semana. No se hable de la cantidad de empleados estatales, que por su número excede largamente las necesidades del Estado, y que, por su peso en el total de los gastos públicos, es determinante para el déficit de una entidad que eroga mucho más de lo que recauda.
Por donde se lo mire la posibilidad de un incremento salarial para los estatales es peligroso y desaconsejable en este momento crítico de la vida del país. Cualquier actitud en contrario peca de ser antipatriota y es un grave acto de irresponsabilidad. El Estado paraguayo ya tiene suficientes problemas financieros que le afligen para que desde los sectores públicos, de manera insensata, le agreguen algunos más.