Mientras Rusia continúa sus ataques a Ucrania rodeando ciudades de importancia estratégica para ocupar ese país, el mundo contempla preocupado la acción bélica que está ocasionando dificultades no solo a la convivencia universal sino a los intereses económicos de las naciones.
El papa Francisco, que el domingo último cumplió nueve años como sumo pontífice de la Iglesia Católica, es el líder mundial más ferviente contrario de la contienda. Durante su alocución del Ángelus dominical realizó un emotivo llamado por la paz ante el peligro de que sigan las matanzas y se contamine más aún la situación mundial. El Vaticano después se ofreció como mediador.
“En nombre de Dios, que se escuchen los gritos de los que sufren y que cesen los bombardeos y los ataques. Que haya un enfoque real y decisivo en la negociación, y que los corredores humanitarios sean efectivos y seguros. En nombre de Dios, les pido: ¡detengan esta masacre!”, pidió a los agresores.
Agregó: “Ante la barbarie de la matanza de niños, inocentes y civiles indefensos, no hay razones estratégicas que valgan: lo único que hay que hacer es poner fin a la inaceptable agresión armada, antes de que reduzca las ciudades a cementerios”. Ese mismo día el ex presidente de la República Horacio Cartes saludó al Papa por su noveno aniversario como pontífice y le dio las gracias “por su invitación permanente a llevar a todos los rincones la cultura del encuentro y de la paz”.
Así como la contienda causa la muerte de cantidad de vidas humanas y enormes destrozos materiales, está ocasionando cada vez más perjuicios económicos y sociales a todo el mundo. Tanto, que los pronósticos para este año están signados fuertemente por un débil crecimiento y en muchos países se vaticina una caída de la economía y el aumento del número de pobres. La suba internacional del precio del petróleo es uno de los golpes que ya están sufriendo muchas naciones, entre las que está Paraguay, con todo lo que ello implica en el incremento del costo de vida y la suba de los fletes para el comercio exterior, que también se ve afectado por la incertidumbre. Antes de que empeore más la situación mundial a causa del conflicto, es urgente que los organismos internacionales, las instituciones de bien público de gran influencia como las entidades religiosas, los países de mayor peso político del mundo actúen para terminar esta absurda guerra.
Por todo lo que se ha visto hasta ahora, las negociaciones bipartitas entre Rusia y Ucrania no progresarán mucho, porque el agresor quiere a toda costa el sacrificio del agredido. Por eso ha pedido algo que difícilmente Ucrania podría aceptar. No se puede conversar con alguien que le está atacando a uno con sus armas de guerra, matando a su gente y destruyendo sus ciudades.
Por ello es de fundamental importancia que las negociaciones se hagan con la intervención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de la Unión Europea, cuyo objetivo será siempre la no confrontación armada y la conversación sensata, que tenga como condición esencial el cese de las hostilidades.
La primera exigencia es hacer que paren los bombardeos de las fuerzas rusas, por lo que la principal tarea es convencerle al agresor que termine su embestida. Lo fundamental es hacerle entrar en razón a Rusia que actualmente está decidida a seguir atacando hasta conseguir la rendición de Ucrania, porque quiere hacer de este país un satélite que tenga un gobierno afín y subordinado políticamente a Vladimir Putin. No se puede concebir que una nación más grande y mucho mejor armada aproveche su superioridad de fuego para hacer de otros países lo que le venga en gana. Eso es inaceptable desde cualquier punto de vista, y la comunidad internacional no lo debe tolerar.
Tiene razón el papa Francisco cuando fervorosamente pide por la paz y llama a los agresores a pensar en los niños y los civiles inocentes que son pasto de los ataques inhumanos. Hay que agradecer al jefe de la Iglesia Católica cuando invita a la paz, como lo ha hecho el ex presidente Cartes en su mensaje al Papa. Y acompañarlo en sus afanes para que vuelva la tranquilidad.