Las últimas declaraciones de una fiscala, con años de inta­chable carrera en el Ministe­rio Público, corona la serie de cuestionamientos que pesan sobre el ministro de la Unidad Interinstitucional para la Prevención, Combate y Repre­sión al Contrabando (UIC), Emilio Fús­ter, desde que asumió el cargo en este gobierno.

Es sabido que el contrabando superó a la gestión de Fúster. De hecho, las calles y los sitios de venta en lugares y trans­portes públicos, inmediaciones de ins­tituciones del Estado, están copados por productos que ingresan en negro.

También es de conocimiento público que Fúster, en vez de cumplir su fun­ción institucional de disminuir y com­batir el ingreso ilegal, se dedica a per­seguir a un importante sector de la economía como la industria tabaca­lera solo porque afecta al adversario político.

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Ante toda la perorata y el show de denuncias que realiza Fúster en con­sonancia con la obra teatral que inter­preta su amigo Arnaldo Giuzzio con acusaciones que no se anima a bajar al Ministerio Público, hay una realidad de hierro con la que se desmoronan todos sus discursos. No tienen una sola prueba de lo que dicen y ambos tienen resultados calamitosos en sus respec­tivas gestiones.

A Fúster lo supera el contrabando al punto de que la agente del Ministerio Público, a quien quiso someter para las represiones contra la empresa taba­calera, bien claro le refregó en la cara: “Yo, como Ministerio Público, no puedo si no tengo elementos como para alla­nar. Ellos son los que me tienen que traer pruebas, tanto la Policía como él, que está encargado, que el Presidente le puso en la cabeza para combatir el contrabando en nuestro país. Hasta el momento digo que él es cómplice con el tema de contrabando porque aún no ha bajado ni un porcentaje el contrabando en nuestro país”.

De mentiroso trató la fiscala al minis­tro anticontrabando. Además, le dio cátedras punto por punto de cómo debe actuar en la calle para hacer honor a la responsabilidad que le otorgó el presi­dente de la República.

La promesa que realizó Fúster frente a los medios de comunicación en el momento que inauguraba el centro de monitoreo que iba a servir para detec­tar y pescar infraganti a los evasores en la importación fue vilmente debili­tada. Hubo anuncios de controles por cielo, tierra y agua, pero las mercade­rías, combustible, materiales de cons­trucción que vienen en negro, le juegan sucio a la industria nacional.

La Unión Industrial Paraguaya (UIP) tuvo que emprender su propia campaña de lucha contra el comercio ilegal ante la falta de resultados alentadores.

El fin de año fue muy difícil para la industria. El repunte que pudieron haber tenido con el circulante de dinero del aguinaldo como otros ingresos extra fue boicoteado por productos ile­gales. El combustible de contrabando que hasta hoy sigue siendo negocio en negro se burla del trabajo que se pudiera estar haciendo en la Unidad Interinstitucional Anticontrabando.

Ningún sector productivo está con­forme con la gestión de Fúster. Los más de 50 gremios empresariales del país que se unieron para lanzar su pro­pia campaña de lucha contra el ingreso ilegal así lo reflejaron meses atrás. El ministro fue el gran ausente en esta pelea contra el ilícito.

El gobierno de Mario Abdo está en su última fase y la tarea anticontrabando sigue aplazada. Más que golpes espo­rádicos y algunos despojos a comer­ciantes ilegales no logran disminuir las estadísticas que aquejan al sector pro­ductivo.

En estos tiempos de crisis, en que se requieren de planes de fortalecimiento para la industria generadora de empleo, seguimos sufriendo las consecuencias de la ineptitud de los elegidos del poder a quienes les importa más hacer buena letra con sus superiores, pescadores del continuismo, que priorizar las metas a favor del bienestar de la sociedad en general.

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