En el ojo, en medio del dolor, una de las hijas del ex vicepresidente de la República en cautiverio Óscar Denis describió una triste realidad que descalifica totalmente a los gobernantes. En la reciente conferencia de prensa realizada por la familia, una de las hermanas señaló que el secuestro de su padre desnuda que “el amado Paraguay está secuestrado por la politiquería”.
Estas expresiones provenientes de la impotencia, angustia y dolor de la familia ante el despojo de un ser querido que lleva ya 500 días en cautiverio denotan otra indiferencia de un gobierno que en este momento está más abocado a plantar su candidato para el continuismo, que atender temas urgentes. En este caso se trata de la vida de las personas víctimas del cruel plagio que se convirtió en una industria en nuestro país.
La familia manifestó indignación ante las peleas políticas y personales, la falta de consenso para evitar que millones de niños se queden sin vacunas en medio de la trágica pandemia del covid-19.
Una frase con una verdad de hierro señaló la hija de Denis: Los terroristas como el EPP pueden operar gracias “al egoísmo de nuestros gobernantes, que no hacen su trabajo porque solo se concentran en sus rencillas”.
Las palabras de la familia hubieran resultado hirientes para un gobierno atento a las necesidades de su gente, celoso del bienestar de la ciudadanía, pero el nuestro está en otro plan, el objetivo de allanar el camino hacia el 2023 ha dejado de lado varias cuestiones que son prioritarias.
La desidia como la indiferencia no solo acentúan el vía crucis para las familias afectadas, sino que las han sometido a humillaciones al punto que el desinterés las ha privado de informaciones de las que tienen derecho a estar enteradas.
Las hijas del ex vicepresidente han develado negligencia e inoperancia en el tratamiento del Gobierno desde que cayeron en la desgracia.
La falta de recursos de los efectivos de seguridad en la zona de Concepción y San Pedro que no cuentan a veces con combustible para hacer recorridos, la carencia de tecnología como drones son una constante en las limitadas acciones que se llevan adelante.
Una campaña de comunicación eficiente siquiera salió de las manos del Gobierno, decía hace un tiempo una de las hijas de Denis, criticando que no se cumplió ni con la difusión de flyers, que debió hacerse desde el día del secuestro de su padre.
Información de inteligencia, seguimiento estratégico, coordinación de operativos de búsqueda están ausentes en el caso del combate a los secuestros. A esto se suma un ministro del Interior que además de no estar capacitado, a juzgar por la inseguridad reinante, también realiza discursos delirantes como la vez que dijo no creer que en el Paraguay exista la industria del secuestro.
Las manifestaciones del ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, habían sido calificadas por la familia Denis como la demostración de fracaso en el combate al secuestro por parte del Gobierno que solo busca minimizar una terrible realidad.
Pocas esperanzas, mucha angustia es la situación que aguantan las familias afectadas. Los nulos resultados y un gobierno al que no se le vio pararse firme ante la sociedad para rendir cuentas y explicar sobre los secuestrados, ahora está peor. La politiquería arrasa ignorando los temas urgentes y agobiantes, estirando todos los recursos hacia la meta.
Si las familias afectadas, la ciudadanía y alguna institución afín todavía consciente de la realidad no se plantan exigiendo que se cumpla la misión de rescate de manera eficiente, este año de campaña proselitista aniquilarán muchas expectativas, principalmente las de recuperar con vida a los que están en cautiverio.
No se puede seguir tolerando inoperancia e indiferencia extrema a los males que aquejan a la gente. Si no existen posibilidades de enderezar mínimamente a este torcido Gobierno, la sociedad debe asumir la responsabilidad de reencauzar al país filtrando de la estructura estatal a los que demuestran solo interés particular y el voto del año que viene será clave para ello.