El crecimiento económico del año que acaba de iniciarse podría ser menor al que se preveía anterior­mente. Los principales sectores que se verán afectados son la producción agrícola y la ganadera, con una caída impor­tante de la soja y otros cultivos, además de los golpes que podría recibir la activi­dad pecuaria debido al fenómeno climático adverso. Entre estos fenómenos desfavora­bles, lo positivo podría ser el incremento de los precios finales de los granos que podría darse ante la menor oferta esperada, ya que la reducción afectará a los principales pro­ductores de esta parte del continente, como Brasil y Argentina, además de Paraguay.

Los diferentes sectores que activan en la vida económica del país estiman que este año el producto interno bruto (PIB), en lugar de crecer el 4%, como anterior­mente señalaban, llegará solo al 3,7%, una pequeña reducción en la expectativa. Así indicaron voceros del Banco Cen­tral del Paraguay (BCP) la semana pasada cuando dieron a conocer los resultados de la encuesta Expectativas de Variables Económicas (EVE) realizada en enero a los principales agentes de la economía del Paraguay. La reducción responde a los efectos que tienen en la economía la sequía que afecta a la producción del campo y a sus consecuencias en diversos sectores que se ven afectados por la adversidad.

Se da como un hecho la gran disminu­ción que tendrá la producción de soja, que según los gremios de la producción podría llegar incluso al 50% en algunos lugares. Aunque también existen algunos pronós­ticos más optimistas, como el del Depar­tamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), que en su último informe proyectó una disminución de 1,5 millones de toneladas en la producción de soja para Paraguay en la campaña 2021-22 respecto a su anterior reporte. De este modo, el organismo norteamericano estima que en lugar de producir en la actual cosecha 10 millones de toneladas, como preveía ante­riormente, se cosecharán 8,5 millones de toneladas. Esto implica una reducción del 15% en la cosecha del producto de mayor importancia en la agricultura nacional.

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Aunque resulta muy temprano para tener un diagnóstico final, los especialistas estiman que este año se pagará más por la soja y que podría llegar a alrededor de 500 dólares la tonelada en lugar del promedio de 400 dólares que se estaba pagando en el 2021. Afirman que la menor oferta de los granos podría hacer que se eleven los precios internacionales, lo cual haría que la pérdida por menor cosecha se pueda ver compensada de alguna medida en térmi­nos monetarios, hecho que podría suavi­zar el impacto negativo de la caída en la producción.

El ex ministro de Hacienda Santiago Peña señaló que este es el peor momento para la agricultura debido a la extrema sequía que está azotando el país, lo que hará que este sea un año difícil para los paragua­yos. Agregó que la perspectiva no es nada alentadora. Sin embargo, alegó que no se puede echar toda la culpa de la situación al clima, puesto que la falta de claridad en la conducción de la economía repercute en la situación económica de la gente.

Ante tales perspectivas hay que insistir en la necesidad de pluralizar la actividad económica del país, que no puede depen­der demasiado de la agricultura y la gana­dería, articulando un proceso industrial dinámico. Es necesario que Paraguay no sea muy agrodependiente y pueda alcan­zar procesos de crecimiento más seguros en otros renglones.

La crítica situación ocasionada por los fenómenos climáticos negativos debe lla­mar la atención para que se decida diver­sificar la producción. No es bueno depen­der muy fuertemente de un solo sector que en gran medida está sujeto a los fac­tores climáticos que cada vez están más difíciles.

Este es uno de los mayores desafíos que tiene nuestro país, que debe pensar las diferentes alternativas y empezar a dise­ñar una nación con más industrias. Una de las fortalezas del Paraguay es la gran producción de energía eléctrica que hasta ahora no utiliza en su totalidad y entrega a los países vecinos a precio ínfimo. Debe usarla para que las industrias procesen materia prima. Ya no debe exportar pro­ductos sin valor agregado, sino artículos producidos en sus fábricas que den empleo y repartan los beneficios a mucha gente.

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