Con el ritmo que sus autoridades imprimen a sus decisiones, la Argentina va reabriendo el tránsito de personas y vehículos de comunicación terrestre con sus vecinos. Aunque el paso legal sigue siendo muy limitado, ya que autorizaron un solo punto, el puente San Roque González de Santa Cruz, el hecho es sumamente auspicioso pues todo indica que paulatinamente se irá normalizando. Luego de más de un año y medio, pudieron salir los primeros buses que van de Paraguay al país vecino e ingresaron aquí los que vinieron de ciudades argentinas para alegría de las familias paraguayas y argentinas que habían quedado prisioneras por la pandemia y no pudieron ver a sus parientes de uno y otro lado de la frontera. Aunque hay todavía numerosas limitaciones, se puede afirmar que la regularización está en camino. Y que la apertura de más puestos de entrada y salida, además de una mayor fluidez en el tránsito entre ambas orillas, es solo una cuestión de tiempo. Un tiempo que se medirá con las manecillas oblongas del reloj de la Argentina.
Debido a las decisiones de las autoridades federales del vecino país y a la acción de los gobiernos regionales, no todos los pasos fronterizos estaban abiertos hasta el miércoles último. Porque hay provincias, como la de Formosa, cuyas autoridades están señaladas de tener un sesgo autoritario, que son renuentes a la apertura. En tanto que existen otras, como las de Misiones, que tienen una visión más liberal del paso fronterizo.
En la patria del libertador San Martín, el control de la pandemia ha sido la excusa perfecta para los que proponen el encierro a toda costa en contra de los que ven en la enfermedad la oportunidad de proponer la libertad con el cuidado responsable. Cosa que se ha divisado con mucha claridad entre los diferentes estados del vecino país.
En el puente entre Encarnación y Posadas, primero se permitió el paso a la Argentina de 800 personas por día, luego aumentaron al doble, 1.600. Pero cuando todo se vio rebasado, los argentinos elevaron a 5.000 el número de viajeros diarios y se permitió el ingreso de unidades de transporte de pasajeros en ambos sentidos. Se aguarda que el tren que une ambas orillas pueda reactivar prontamente sus servicios para intensificar el flujo de viajeros. La calidad de provincia turística de Misiones probablemente ha hecho que abriera sus fronteras con más liberalidad que otras, pues tiene dos puntos con Brasil, Puerto Iguazú y Bernardo de Irigoyen y uno con Paraguay, Encarnación-Posadas.
Sin embargo, el cruce sobre el Pilcomayo entre Puerto Falcón, Paraguay, y Clorinda, Argentina, seguía aún cerrado legalmente, pues las autoridades provinciales de Formosa no han posibilitado la apertura, por motivos que aún no se conocen oficialmente. Aparte de inexplicable por razones sanitarias, al parecer existen motivos políticos que impiden el cruce. Lo que resulta lamentable entre ambas orillas tan ligadas por múltiples lazos sociales y económicos.
Esto no ha impedido, sino más bien incentivado, el comercio ilegal, a través del angosto río, de mercaderías en grandes cantidades. Tanto, que muchos habitantes de Asunción y alrededores adquieren medicamentos de farmacias y productos varios de los negocios de Clorinda a través del corredor del contrabando. Todo esto hace que el cierre actual del puente San Ignacio de Loyola sea inentendible, por absurdo y pretender ignorar la realidad.
El Gobierno paraguayo y los sectores afectados por el cierre fronterizo deben intensificar sus gestiones para que la Argentina vaya abriendo sus puertas con Paraguay. Además de las razones comerciales y sociales, hay motivos políticos de orden internacional que deben primar en la relación entre naciones que tienen compromisos múltiples. Máxime si son socios de una entidad que promueve el intercambio cualitativo como el Mercosur, que se creó para el libre paso de bienes y servicios, una política comercial común, la coordinación de políticas macroeconómicas y la libre circulación de los ciudadanos del bloque.
Los puentes se construyeron para abrir el paso a personas y mercaderías, y hacer más fácil todo tipo de intercambios entre los países. Junto con las paraguayas, las autoridades argentinas deben dar un paso por encima de sus problemas y activar los mecanismos para hacer posible la verdadera integración que necesitan nuestros pueblos.