El nuncio apostólico del Vati­cano en nuestro país ha dado a conocer una carta dirigida a los familiares de Óscar Denis, que se encuentra secues­trado desde setiembre del año pasado, para expresarles que el papa Fran­cisco está siguiendo la situación con paterna preocupación. Es en respuesta a una misiva dirigida al Santo Padre por las hijas del ex vicepresidente, que se encuentran sin noticias de su padre y consideran que el Gobierno no ha hecho lo suficiente para su liberación y la de los otros retenidos.

Desde la lejana Roma, y en medio de sus múltiples actividades de jefe de la Igle­sia Católica, se ha ocupado de pedir a la Iglesia paraguaya que siga acompa­ñando de “manera espiritual y sin can­sancio” a las víctimas de la situación. El nuncio señaló que el Papa está orando por la pronta liberación de los reteni­dos, como también por los familiares de los mismos.

La nota señala que “su Santidad renueva el apelo de la iglesia local y en particular al obispo de Concepción y al sacerdote encargado de la mediación, a fin de que se pueda acompañar espi­ritualmente y sin cansancio a las víc­timas del conflicto, intentando con la necesaria prudencia, y con el renovado compromiso, favorecer a las iniciativas de diálogo que pueda llevar a la libera­ción de todos los rehenes”.

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El Sumo Pontífice ha demostrado una vez más su sensibilidad hacia el sufri­miento humano y su predisposición de ayudar para la liberación de las perso­nas secuestradas por los grupos crimi­nales. No es la primera vez que exte­rioriza su particular preocupación por lo que sucede en nuestro país teniendo en cuenta el gran cariño que profesa al Paraguay y a su pueblo.

De los más de 15 casos de secuestros perpetrados en nuestro país por gru­pos armados extremistas desde el 2001, solo restan tres sin resolver. En algu­nos casos se ha producido la liberación de los rehenes mediante pagos de res­cate, como los ocurridos en el 2002 con María Edith de Debernardi y en el 2010 con el actual senador Fidel Zavala, y en otros se ha producido la muerte de los cautivos.

El último secuestro más connotado es el de Óscar Denis y su ayudante Adelio Mendoza, producido el 9 de setiembre del 2020 en la estancia Tranquerita del departamento de Concepción. Pocos días después liberaron a Mendoza y lo retu­vieron a Denis, un hombre de 75 años.

Además de Denis permanecen en cau­tiverio y sin que nadie tenga noticias ciertas de ellos el suboficial de Policía Edelio Morínigo y el productor gana­dero Félix Urbieta. De los tres, Morí­nigo es el que más tiempo lleva prisio­nero, pues lo habían secuestrado el 5 de julio del 2014, hace ya más de siete años. A Urbieta lo tomaron el 12 de octubre del 2016, por lo que la semana pasada se cumplieron cinco años.

Los familiares de Denis han insistido en numerosas ocasiones para que las autoridades y la Fuerza de Tarea Con­junta realicen las operaciones necesa­rias para rescatar a los secuestrados, en especial al ex vicepresidente. En su des­esperación han dirigido cartas al papa Francisco exponiendo su realidad, a fin de conseguir la ayuda y protección de la Iglesia.

Mientras tanto las autoridades nacio­nales y los organismos de defensa y seguridad no han conseguido mayores resultados en la lucha contra los extre­mistas. Tampoco se han podido obte­ner datos ciertos de las tres personas que se encuentran cautivas.

Por todo lo acontecido hasta ahora no se puede aprobar su actuación y corres­ponde urgir que hagan algo efectivo para que la sociedad paraguaya no siga a merced de los violentos.

El llamado del Papa a favor de la libera­ción de los secuestrados puede enten­derse también como un tirón de orejas a los responsables de la seguridad que no han podido rescatar a los secuestra­dos. La postura demostrada por Fran­cisco es de gran importancia por varias razones, porque los familiares de los secuestrados necesitan el consuelo y la contención espiritual que les ayude a sobrellevar el difícil momento. Y por­que puede contribuir para que los res­ponsables de la seguridad en nuestro país asuman el papel que deben cum­plir y actúen con mayor determinación para liberar a los cautivos.

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