El Gobierno debe encontrar la forma de cumplir con los pagos que adeuda a los contratistas, desembolsos pendientes que ya lleva su tiempo y ahora, en un momento crucial de recuperación económica ante el leve respiro por la pandemia del covid-19, se torna más que imperioso para que no paren las obras ni se arriesguen los puestos de trabajo.
Las últimas declaraciones desde la Cámara Vial Paraguaya (Cavialpa) y la Cámara Paraguaya de la Construcción (Capaco) alertan de una delicada situación que podría llevar a terapia intensiva a uno de los rubros multiplicadores del empleo en Paraguay, que es el de obras.
Hace exactamente un año, los gremios de la construcción ya venían avisando que las obras podrían parar por la falta de pago por parte del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC). En setiembre del 2020 se hablaba de una deuda de US$ 150 millones, hoy, según los reclamos, esta cifra se dispara a US$ 250 millones.
El problema de la deuda se da además en medio de una baja ejecución presupuestaria de obras.
No lograron despegar, dijeron varios empresarios del rubro de la construcción sobre las movidas desde la cartera de Obras.
A pocos meses del cierre del 2021, la caída de la ejecución que se arrastra es de aproximadamente 30% con respecto al año pasado. Mermaron las licitaciones, dijeron también en el sector.
Y, además, el presupuesto del MOPC contempla solamente el pago de obras que ya se encuentran en pleno proceso de ejecución y de aquellas licitaciones que se encuentran en etapa de adjudicación. A punto de culminarse los proyectos en ejecución, no existen nuevos planes, lo que oscurece más el panorama.
La situación es sensible que ya las constructoras comienzan a manifestar el temor de tener que hacer masivos despidos ante la dificultad de no poder seguir financiando puestos de trabajo. Esto sería catastrófico a sabiendas de que el rubro de la construcción es un eficiente generador de empleo, principalmente de mandos medios, lo que de alguna manera amortigua el desempleo de la gente que no llega al nivel terciario.
Detrás se encuentra una extensa logística que tiene una cadena de proveedores que también sufren el efecto dominó de la crisis en el sector. Es decir, que no solo se arriesgan los empleos directos del rubro, sino también toda una cadena de la economía que genera ingresos con servicios y provisión de materia prima.
Una pequeña luz en el túnel es el préstamo programático de US$ 100 millones que se encuentra pendiente de aprobación en el Congreso Nacional y que todavía tiene en la incertidumbre a los gremios que están atentos de novedades.
El Gobierno debe resolver este problema. Es demasiado riesgoso seguir dilatando el cumplimiento de una obligación con el sector que es uno de los principales motores de nuestra economía. Miles de familias dependen de ello.
La tregua que nos da la pandemia del covid-19 debe ser aprovechada al máximo nivel para salvar los puestos de trabajo y generar más para aquellos que fueron castigados por la crisis.
Sin más pérdida de tiempo, el MOPC debe asumir el protagonismo, plantear estrategias en todos los niveles del Estado para contar con los recursos, administrarlos en su justa medida y así devolver la dinámica al sector de la construcción, una tranquilidad a la clase trabajadora o al menos una leve esperanza de mejoría, que todos anhelamos.