La huelga de los camioneros que impide el paso normal de vehículos en las principales rutas del país viene en mal momento. Porque ocurre justo en el tiempo en que el país está intentando salir de la mala situación económica de los dos últimos años y que se había agudizado por la pandemia. Por eso se ha dicho que la medida de fuerza es un nuevo golpe a la economía, ya que crea zozobra y alimenta la incertidumbre.
El impopular paro de transportistas ha obtenido un gran logro. Ha alcanzado juntar el unánime repudio de los gremios y las fuerzas productoras de diferentes ramos económicos. Los sectores de gente que trabaja y mueve la economía se ven duramente afectados por la parálisis de las rutas y han salido a lamentarse por los perjuicios que les ocasiona la situación. Han mostrado su repulsa generalizada en diversos tonos contra el atropello cometido por los huelguistas que no respetan la libertad de circulación y ocasionan graves daños a numerosas empresas que dan sustento y trabajo a miles de trabajadores en todo el territorio nacional.
Con su actitud de violadores de las libertades públicas que se adueñan de los lugares que pertenecen a todos los huelguistas están cosechando el descontento de la gente. La ciudadanía que es víctima de los atropellos está acumulando una considerable bronca contra los usurpadores de los espacios públicos. Es que no entiende por qué deben cerrarle el paso por sus reivindicaciones gremiales violentando sus derechos más preciados.
Uno de los sectores más perjudicados por la huelga de los transportistas es el de las micro, pequeñas y medianas empresas, ya que no producen grandes cantidades de mercaderías para aguantar mucho tiempo sin renovar el stock. Por eso la Federación Paraguaya de Mipymes (Fedemipymes) y la Asociación de Importadores y Comerciantes del Paraguay (Asimcompar) salieron a manifestar su situación y a rechazar la huelga de los camioneros que les impide trabajar en paz.
Por su lado, directivos de la Asociación de Propietarios de Estaciones de Servicio y Afines (Apesa) recordaron que hay 400 camiones con combustibles que no estaban pudiendo andar por las rutas debido a los cierres. Expresaron su rechazo al impedimento y señalaron que si todo sigue igual habrá desabastecimiento en muchos puntos del territorio nacional.
Un vocero del Centro de Importadores del Paraguay (CIP) se quejó de la situación porque las mercaderías que llegan en barcos no pueden salir de los puertos para ser distribuidas en el país. Además, los productos que vienen por tierra desde Brasil quedan varados en Foz de Yguazú y los que logran pasar la frontera permanecen atrapados en Ciudad del Este. El empresario afirmó que el Gobierno no debe dejar que los camioneros cierren las rutas como lo están haciendo.
Entre las industrias más afectadas por la medida de fuerza están las que procesan carne avícola, pues poseen gran cantidad de aves que pueden quedar sin alimentos. La directiva de una famosa marca del sector dijo que está en riesgo el ciclo productivo de 30 millones de aves en todo el país, pues se alimentan con balanceados que se preparan de maíz, producto que no puede llegar por el cierre rutero.
Uno de los capítulos más lamentables son las agresiones físicas y los ataques que protagonizaron ciertos piqueteros contra choferes y camiones que intentaban pasar por algunos sitios. Un caso es el que ocurrió en el Km 30, Acaray, de la Ruta 7, en que atacaron a tres camiones con honditas y balines rompiendo ventanillas y parabrisas de los rodados como represalia contra los conductores que no se acoplaron al paro. La denuncia policial se presentó en la comisaría de Minga Guazú.
Todos estos hechos protagonizados por los camioneros en paro han mostrado con claridad la verdadera cara de los huelguistas, como gente violenta y sin escrúpulos para agredir a los demás. Y han producido el rechazo de la mayor parte de la ciudadanía.
Al margen del resultado político final de la medida de fuerza, que les puede resultar favorable a sus pretensiones o no, es indiscutible que los camioneros han conseguido concitar el rechazo de la gente y la antipatía a su causa gremial. Un logro no muy envidiable.