Desde hace miles de años, las epidemias diezmaron poblaciones enteras y el terror y la indefensión sembraron la tierra de dolor. Sin embargo, como en toda la historia de la humanidad, algunas personas no se dieron por vencidas ante la fatalidad y comenzaron a buscar la manera de vencer a la enfermedad con la ayuda de la ciencia y el conocimiento. Es así como en junio de 1798 se publicó en Inglaterra un texto del cirujano Edward Jenner (1749-1798) que causó una verdadera revolución en la lucha hasta entonces totalmente desigual contra la viruela, causante de millones de muertes en todo el mundo.
Ese texto contenía el tesoro de 28 años de investigación de este científico que usó la observación empírica para descubrir que las personas infectadas por la viruela desarrollada en el ganado vacuno (llamado cowpox) no contraían viruela humana, quedaban inmunes a ella. De allí surge el uso de la palabra “vacuna” para esa inyección de lo obtenido de la infección del ganado para inmunizar a las personas. Aunque extraordinario el descubrimiento, tardó mucho en difundirse masivamente debido a distintas causas, como el mal uso cuando ya aparecía la enfermedad y no preventivo, además del temor debido a versiones que, como casi siempre ante el desconocimiento, la gente suele creer con más facilidad que a la evidencia científica. Fue necesario en varios países de Europa primero y luego en otros que existieran leyes y decretos que ordenaban las vacunaciones obligatorias contra la viruela y difteria para que se alcanzaran niveles óptimos de inmunidad, y la viruela –salvo algunos pocos focos surgidos años después– desapareció de la faz de la tierra.
Para combatir y vencer a otras enfermedades que causaron millones de muertes y secuelas , como la poliomielitis, el sarampión, difteria, fiebre amarilla, etc., las vacunas han demostrado ser un arma poderosa. Por eso, ahora que estamos atravesando esta pandemia, son mucho más que una esperanza para la humanidad. En estos momentos, que lleguen a la mayoría de la gente es de vital importancia para adquirir la inmunidad suficiente y convertir , gracias a ella, al covid en una de las tantas posibles afecciones que con la inyección disminuyen su peligrosidad o desaparecen. Simplemente con la aplicación adecuada y a tiempo de estos biológicos ha cambiando la realidad de millones de niños y adultos de todos los países de la tierra y las llegadas de las vacunas a las aldeas más lejanas o a las ciudades de países del tercer mundo, produce un cambio importante y visible desde hace muchos años: la supervivencia de miles de niños destinados a morir en la primera infancia o padecer secuelas de por vida.
Por eso, más que nunca, en este contexto de pandemia, todos los países apuestan a las vacunas concebidas para combatir las formas graves de la enfermedad producida por el coronavirus. Las dudas sobre si son efectivas o no se disipan cuando vemos en los medios de comunicación que en países en los que se han alcanzado niveles altos de inmunización de sus ciudadanos se ha logrado disminuir en gran medida el número de contagios , de internados en unidades de terapia intensiva y, sobre todo, de fallecidos a causa de la enfermedad.
Las pruebas de que son positivas y eficaces están a la vista: países que fueron duramente castigados como Gran Bretaña, luego de las vacunaciones masivas, se suceden jornadas sin fallecimientos, con apenas internados en estado grave. Igualmente, descienden los contagios en otras zonas del mundo en donde las inmunizaciones fueron masivas como Israel, ahora los Estados Unidos, donde las vacunas se han puesto abundantemente al alcance de todos, en lugares tan diferentes como las playas en zonas de vacaciones, supermercados, farmacias y muchos sitios más. Inclusive se ofrecen premios y regalos especiales para estimular a los reacios a inmunizarse, los que no faltan ni aquí ni en ningún sitio del mundo. Pruebas más efectivas y claras como estas deberían pesar lo suficientemente en nuestra toma de decisiones a la hora de elegir vacunarnos, sin duda.
En el Paraguay, necesitamos más vacunas y más personas vacunadas y preocupan las imágenes de vacunatorios casi vacíos cuando la mayoría de las personas adultas mayores ya tendrían que haber recibido por lo menos una dosis. Salud ha informado que eso se debe a que más de 70% ellos han manifestado no poder trasladarse a los lugares asignados. ¿No es esta cantidad de gente una cifra suficiente para implementar un sistema de vacunatorios más creativo para llegar con más vacunas a todos ellos? También se ha anunciado que a partir de esta semana se aplicarán las dosis a embarazadas desde la vigésima semana de gestación (las vacunas de Moderna donadas por Qatar se utilizarán en ese grupo), una noticia positiva que ojalá sea aprovechada por muchas mujeres gestantes de todo el país.
Y, mientras insistimos en el reclamo para que lleguen pronto y de cualquier punto de la tierra las dosis de vacunas que nos ayudarán a combatir como lo hizo siempre la humanidad con todas las epidemias, hagamos de nuestra parte el esfuerzo por mantener alejado el virus, cuidándonos y cuidando a los demás, manteniendo medidas tan sencillas pero eficaces como el uso del tapabocas, el lavado de manos y la distancia social.