Como en muchos momen­tos especiales de los últimos tiempos, el papa Francisco se ha ocupado nuevamente de nuestro país para pedir a los paragua­yos a seguir por la senda pacífica para solucionar los problemas que nos aque­jan, dejando de lado la confrontación y el enfrentamiento. En una reciente carta enviada al presi­dente de la República, el jefe máximo de la Iglesia católica ha abogado porque en esta situación provocada por la pandemia, en el Paraguay todos los sectores de la sociedad entablen un diálogo sincero y se aboquen al compromiso de buscar el bien común. Para que en medio del entendi­miento se camine en pos de las soluciones a los problemas provocados por la enfer­medad. Como hace siempre, se acordó de manera especial que hay que ayudar a los más débiles y descartados de la sociedad.

En su misiva, el Santo Padre propone tex­tualmente que “a través del diálogo sin­cero con todos los sectores, se comprome­tan a procurar el bien común, buscando soluciones adecuadas a los problemas que afligen, de manera particular a los más débiles y descartados”. Señala que esta situación difícil se suma a los problemas endémicos que afectan a los países más pobres, que provoca más incertidumbre y muchos sufrimientos a las personas, con el consecuente aumento de la miseria y la injusticia.

La invocación papal al entendimiento entre paraguayos no es nueva. En marzo pasado, luego de las confrontaciones que pusieron en peligro la estabilidad del Gobierno, Francisco había señalado que le preocupaban las noticias que le lle­gaban de Paraguay. Que por eso había pedido a Cristo, con la intercesión de la Virgen de Caacupé, “que se pueda encon­trar un camino de diálogo sincero para hallar soluciones adecuadas a las actuales dificultades, y así construir juntos la paz tan añorada. Recordemos que la violencia siempre es autodestructiva. Con ella no se gana nada, sino que se pierde mucho y a veces todo”.

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En su carta al ex presidente Horacio Cartes, en enero último, el Papa había invocado la necesidad de la fraternidad cuando le señaló que formamos una sola familia que navega en una misma barca y que “solamente nos salvamos juntos”. Francisco había pedido que Jesús “nos enseñe a acogerlo en todos nuestros her­manos y hermanas menos afortunados, víctimas de la arrogancia y del descarte de una sociedad que consume y desperdicia”. En la ocasión había recomendado al ex mandatario “mantener vivo en su corazón el anhelo por los grandes ideales que pro­mueven el respeto del valor y la dignidad de todos los hijos e hijas de Dios”.

El contenido de la última nota del papa Francisco no es casual ni mera literatura epistolar porque siempre ha demostrado un gran cariño hacia Paraguay y su gente. En esta ocasión, hace una recomendación para que se trabaje a favor de todos los ciu­dadanos. En su estilo de lenguaje colec­tivo, pide que los que dirigen el país pro­curen el bien común, buscando soluciones adecuadas a los problemas que afligen, de manera particular, a los más débiles.

Las palabras del Santo Padre en una carta no son motivo para jactarse en forma egoísta diciendo “me escribió el Papa”. Como en esta oportunidad, son más que nada un requerimiento ferviente para buscar la salida a las dificultades más duras que forman parte de la actual emergencia. Con el énfasis de atender de manera especial a los más débiles y mar­ginados de nuestro país, muchos de los cuales ya no tienen trabajo y viven en la pobreza.

El mensaje papal no debe tomarse como parte del trato oficial entre dos jefes de Estado en que se usan lindas palabras como forma de la retórica diplomática. Es sobre todo un ruego para que los gober­nantes junto con la ciudadanía asuman el compromiso de estar juntos, como hermanos, en la pelea contra la dolorosa situación que aflige a miles de paraguayos. En esta última misiva, Francisco, una vez más, nos pide dejar de lado las rencillas. Así como le escribió en enero al ex presi­dente Cartes, hay que recordar que esta­mos en la misma barca, y que solo juntos podemos salvarnos entre todos de naufra­gar en las turbias aguas del mar embrave­cido de la pandemia.

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