En materia económica las micro, pequeñas y media­nas empresas (mipymes), así como las mujeres, son dos de los factores más golpeados a lo largo de esta crisis sanitaria, su caída incre­menta el desempleo y la pobreza, pun­tualizan estudios creíbles de organis­mos nacionales e internacionales. La importancia de las mipymes consiste en que estas son las que más aportan fuentes de empleo, a la vez que son el proveedor clave de bienes y servicios para una gran parte de la población. A su vez las mujeres, especialmente las que son cabeza de familia, perdieron sus puestos de trabajo en mayor cantidad que los hombres, lo que afecta signifi­cativamente a los ingresos familiares, y amplía la brecha de género en materia laboral.

La mala gestión de la crisis sanitaria llegó al punto en donde las soluciones pasan por los extremos, la posibilidad de equilibrar la salud y economía sin llegar a restricciones es cada vez más esquiva. El anuncio del Gobierno de nuevas medi­das restrictivas en los horarios de circu­lación, como medida urgente y necesa­ria para intentar disminuir la saturación en los hospitales, que a diario copan las salas de internación y de unidades de terapia intensiva (UTI) con enfermos de covid-19, va indefectiblemente a afec­tar la economía de las mipymes y de las mujeres, por tanto, se amplía el desem­pleo y la pobreza.

Acá es cuando el Equipo Económico Nacional debe proponer salidas inno­vadoras que garanticen la continuidad de las mipymes, que a su vez signifique sostener los empleos existentes de hom­bres y mujeres, pese a las necesarias res­tricciones sanitarias, mientras estoi­camente esperamos que la vacunación anticovid sea una realidad sostenida.

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El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) considera a las mipymes como la fuente crítica de empleo y de prosperidad económica –en el caso de Paraguay, este sector ocupa al 70% de la mano de obra–, por ello con­sidera esencial que los gobiernos y sus equipos trabajen en el gran desafío de diseñar estrategias para respaldar a este sector de la economía, así como en polí­ticas para recuperar el empleo feme­nino, que con el inicio de la pandemia unas 200.000 de ellas dejaron de buscar empleo, porque se sienten obligadas a dedicarse exclusivamente a las labores del hogar.

Tanto mujeres como mipymes deben ser acompañadas por políticas del Estado mientras dure el camino de su recupera­ción. Que, en nuestro caso, por el ritmo de vacunación y descontrol ciudadano que llevamos hasta la fecha, no permitirá su fortalecimiento sino hasta el 2023.

La importancia de invertir en las mipy­mes en época de pandemia tanto en la resistencia como en la productividad de estas empresas estriba en que estas se conviertan en un “fuerte motor de la recuperación económica en la región”. La flexibilización y reestructuración de los vencimientos de créditos de las mipymes con la banca privada y pública son importantes e insuficientes. Hay que avanzar en derribar las barreras estructurales a las que se enfrenta el sec­tor como el acceso a la financiación, las inversiones en digitalización e innova­ción, las cargas regulatorias, entre otros.

Desempleo, pobreza, brecha de género laboral, fortalecimiento de las mipy­mes son algunos de los temas que deben importar en el debate a las autorida­des para reactivar en serio la economía, lamentablemente hasta solo el silencio habla.

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