El Gobierno amenazó con una cuarentena intermitente para hacer frente a la situación de alto contagio que se produjo en marzo por el no cumplimiento de las normas dispuestas para evitar la difusión de la pandemia. De ese modo habrá cortos períodos de encierro y etapas de liberalidad para asegurar que la enfermedad no se extienda con la rapidez con que la ha venido haciendo en semanas anteriores. La aplicación de esa técnica, denomina de “serrucho”, en forma sistemática será determinada por la evolución de los casos de los próximos días.
Aunque con el Decreto 5071 que se dio a conocer el 4 de abril de hecho ya se la está empleando, dado que las nuevas medidas de levantamiento gradual del aislamiento después de la cuarentena de Semana Santa solo regirán hasta el lunes 12 de abril. Esto hace suponer que después de esa fecha volverían nuevas disposiciones restrictivas, replicando lo que se estableció con el Decreto 5053 del 24 de marzo último, que dispuso la reclusión en Semana Santa.
Es de suponer que, si los números no ayudan, a partir del próximo lunes habrá otra vez medidas rígidas, aplicando el anunciado segundo momento de la operación “serrucho”. Aunque existen otras consideraciones que el Gobierno no puede desconocer, como que el encierro intermitente no es lo más recomendable para la actividad del país en que la mayoría de la gente, que está sana, necesita trabajar, producir, comercializar, consumir, ganar dinero para invertir, para solventar los gastos de salud, y para que los contribuyentes puedan cumplir también con el pago de los impuestos, que es imprescindible para el mantenimiento del aparato estatal.
Ante el oscuro panorama que se pinta a causa de la acometida brutal de la enfermedad, hay que señalar también que surge una hendija de luz esperanzadora. Los números revelan que por cinco días consecutivos la cantidad de nuevos casos se está alejando de los picos alcanzados en marzo. El hecho es que, en estos primeros días de abril, hasta el lunes 5, las nuevas cifras de contagiados por día son muy inferiores a los números registrados en marzo. El promedio de contagiados por día en abril es de 1.599 frente al de marzo, que fue de 1.780.
Para divisar mejor la evolución de los casos y la tendencia que se va forjando, hay que cotejar las cifras de los últimos días de marzo con las de los primeros de este mes, que marcan indudablemente una propensión a la baja. Del 24 al 31 de marzo se tuvo un promedio de 1.978 casos por día. En tanto que desde el 1 al 5 de abril la media es de 1.599 contagios cotidianos, lo que implica que en las primeras jornadas de este mes en cada día transcurrido se tuvieron 379 casos menos.
Si bien los nuevos enfermos disminuyeron en 19% en estos días de abril frente a la última semana de marzo, la cantidad de fallecidos ha tenido un incremento notable. Del 1 al 5 de abril murieron 257 enfermos, lo que da un promedio de 52 (51,4) decesos por jornada. En los últimos siete días de marzo fallecieron 42 (41,7) personas por día, con lo que en estos cinco primeros días de abril han muerto en promedio 10 personas más por jornada. Esto podría explicarse señalando que los contagios de dos semanas atrás, que han estado muy altos, son los que están produciendo los decesos de los últimos días. Los casos estaban por encima de los 2 millares en la tercera y cuarta semanas de marzo, con 2.540 casos el 17 de marzo, con 2.605 el 18 de marzo, con 2.688 el 24 de ese mes.
Por eso es probable que, luego de la segunda semana de abril, la cantidad de decesos diarios vaya declinando como consecuencia del menor número de enfermos a partir del 1 de este mes.
Es de esperar que continúen disminuyendo los contagios y que debido al panorama de menores casos de estos primeros días del mes sea innecesario que el Gobierno aplique su cuarentena de “serrucho”. Aunque más que el “serrucho”, lo que tiene que desplegar es mayor rigor en el control del cumplimiento de las disposiciones de seguridad, que ha sido hasta ahora uno de sus puntos flojos.