El presidente de la República habló el martes por casi una hora en una larga exposición, luego de 24 días de su último contacto público. Lo hizo en el Palacio de López en compañía de sus ministros y exponentes principales de su gobierno. La alocución presidencial se dio en un momento histórico en que la pandemia del coronavirus tiene acorralado al país, con 4.161 personas fallecidas y 212.691 contagiadas, con el sistema de salud colapsado y enfermos que esperan turno para luchar por su vida en los pasillos o en sus casas rogando a Dios por una mejor suerte.
En su extenso discurso, el mandatario no permitió la realización de preguntas de parte de la prensa.
Víctima de las falencias de la comunicación de su gobierno, habló mucho y no dijo mayormente nada que ya no se conociera. Por eso lo más llamativo fue el reconocimiento de sus errores y su pedido de disculpas, un aspecto positivo que no se puede dejar de reconocer y que es un punto a su favor como persona y como servidor público.
Señaló que, si hay que pedir disculpas a la ciudadanía, “lo hacemos con mucha humildad”, agregando: “Hemos hecho cosas buenas, satisfactorias, y también nos hemos equivocado”.
Teniendo en cuenta que la principal preocupación es la amenaza de la pandemia, Mario Abdo comenzó su conferencia lamentando que las vacunas adquiridas en el esquema de Covax tengan un fuerte atraso en su llegada. Pero aseguró que en este mes que comienza se espera la venida de una partida de inmunizantes de AstraZeneca y que, con las dosis ya conseguidas, se pueda inmunizar a todo el personal médico del país para el 7 de abril.
Relató que el Gobierno ya compró con antelación grandes partidas, erogando varios millones de dólares y cumpliendo todos los requisitos exigidos por Covax, pero que hasta ahora la respuesta ha sido negativa, pues no se cumplieron las entregas programadas inicialmente. “Compramos 4.300.000”, dijo, y lastimosamente solo se recibieron 36.000 dosis hasta el momento. También explicó que se han adquirido más vacunas de otros proveedores que hasta ahora no las han enviado para cumplir con el país, por lo que el total contratado asciende a 5.300.000 unidades.
El Presidente también explicó el destino que se le ha dado a los 1.600 millones de dólares que se autorizó el año pasado para hacer frente a la emergencia sanitaria. Indicó que parte importante de esa suma se destinó a Salud Pública, otra porción se utilizó para el pago de los empleados del Estado y que también se financiaron ayudas para los sectores más necesitados.
Se refirió además a la situación económica que vivió el país desde que asumió la administración, resaltando que el Paraguay fue la nación que tuvo la menor caída económica y que es la que menos se endeudó en la región debido a la pandemia. Se ufanó de que tengamos la menor tasa de mortalidad y de letalidad del coronavirus de la región, cosa que está en peligro por los números de los últimos días.
Entre las explicaciones de los logros de su administración y de los esfuerzos por mejorar la realidad de la nación, al final quedó flotando la sensación de incertidumbre porque no tenemos aún las vacunas que necesita el país. Lo único cierto son las donaciones de los países amigos. Que debemos seguir esperando con paciencia las partidas adquiridas de las entidades internacionales que retacean su entrega por razones de mercado, que obedecen a las presiones de los países ricos.
El discurso presidencial del martes es una extraña presentación, pues solo está obligado a hacer su rendición de cuentas cada 1° de julio cuando se inauguran las sesiones del Congreso. Esta vez se sentó a explicar su gestión de los 2 años y 7 meses en que está al frente del Gobierno. Es que sintió la presión de los distintos sectores de la ciudadanía que pedían explicaciones sobre la situación del país, como signo del hartazgo que se vive tanto por la pandemia como por los errores de conducción.
Expuso a su modo el laberinto de lo acontecido hasta ahora y se mostró optimista y confiado hacia el futuro.
Todo el país espera que no se equivoque.