La gente muriendo en las calles, los enfermos se desploman a la entrada de los hospitales o en cualquier lugar, las familias sacan el cuerpo sin vida de su familiar a la acera o los dejan en la esquina más próxima, otros incineran los cadáveres en mitad de las vías; todos esos cuerpos perecieron por causa del covid-19 y es que tanto los hospitales públicos como privados no podían recibir a más pacientes, por lo que no quedaba más que morir donde el destino marcara el final de la vida. Este no es el caso de Paraguay, sucedió en Guayaquil (Ecuador) hace casi un año. Fue con el inicio de la pandemia en esta parte del continente, pero este no es el único caso. En España e Italia y en otros países, si bien no se vieron cuerpos en las calles, miles murieron en sus casas y sí se observaron decenas de vehículos militares y ambulancias retirando los cuerpos sin vida de las casas donde terminaron su paso por esta vida. A nadie le son ajenas esas dantescas escenas, propias de un film apocalíptico. En el mediano plazo este podría ser un drama que se repita en Paraguay si no se frena la acelerada cantidad de contagios con el virus del SARS-CoV-2 que produce el covid-19.
Paraguay está en peligro de muerte. Esta no es solamente una frase de opinión, sino que es una realidad absolutamente sustentada con el dolor que provoca la muerte de casi 3.600 personas en nuestro país por causa del covid-19 en lo que va de la pandemia. Por el descontrol del contagio que está viviendo el país, nos acercamos con mucha rapidez a superar las 200 mil personas enfermas; a la fecha rondamos las 180 mil.
En breve los hospitales públicos y privados de Paraguay entrarían en una fase similar a la de otros países, donde los médicos ya no solo van decidir quién se interna o pasa a la Unidad de Terapia Intensiva (UTI), sino que van a tener que devolver a los enfermos a sus casas, impedir con la ayuda de la fuerza pública el ingreso de más contagiados de covid-19 que empezarán a agolparse en las afueras de los sanatorios de todo el país.
Quienes predican que al covid-19 le vamos a ganar en las salas de los hospitales están absolutamente desubicados.Aun si hubiésemos estado preparados en los centros asistenciales habría sido más que imposible. Ningún país en el mundo pudo hasta el momento tamaña hazaña, pese a que infinitamente están mejor preparados para enfrentar la pandemia. Al covid-19 le vamos a ganar primero siendo altamente concientes cada uno de nosotros de la responsabilidad que tenemos de cuidarnos para cuidar a los demás lavándonos las manos de manera adecuada, de usar permanentemente una mascarilla que nos cubra la nariz y la boca y que esté perfectamente adherida a nuestro rostro, y, claro, no tocarnos con las manos los ojos, la boca o la mascarilla mientras que no se hayan sanitizado las manos con agua y jabón; también mantener distancia de dos metros entre las personas al relacionarnos, bien sea en la escuela, en la oficina, en la calle, es decir donde sea.
En los últimos cuatro días tuvimos 8.000 contagios. El 15% de ellos equivale a unos 1.200 enfermos de covid-19, 400 de ellos antes de ayer necesitaban terapia, pero ayer ya había menos camas disponibles, menos las hubo ayer y será peor mañana si continuamos con el mismo ritmo de contagios. De nada servirá el llanto de los familiares de ese paciente, por la realidad física es que el sistema sanitario público y privado de Paraguay no da más. Gente, entendamos esta realidad, que sí hoy no nos cuidamos después buscarán cama en terapia y lastimosamente no hay.
Un retroceso de fases puede no parecernos una alternativa válida, porque estamos cansados de las restricciones, de perder dinero porque el negocio volverá a quedarse con menos clientela, etc. Solamente hay una alternativa a las medidas prohibitivas y es ser concientes en cumplir las simples medidas sanitarias: lavado de manos, uso de mascarilla, distancia social. En las manos de todos nosotros está evitar que Paraguay escape del peligro de muerte.