El fisco comenzó el nuevo año con un fuerte déficit en sus cuentas porque sus recaudaciones del 2020 cayeron mucho más que en ejercicios anteriores. Con los ingresos obte­nidos estuvo muy lejos de cubrir los montos de desembolsos del aparato estatal, que ya venía arrastrando malos números desde años anteriores debido al exceso en los gas­tos. Como el año anterior estuvo muy mar­cado por la emergencia del coronavirus, es entendible el gran saldo negativo que tuvo. Pero la situación planteada no debe­ría aceptarse como algo corriente porque no se puede vivir siempre aumentando las deudas impagables sin incrementar fuerte­mente los ingresos para hacerlas frente.

Hay que considerar que el 2020 ya es cosa del pasado y ahora hay que encarar la nueva situación que plantea el nuevo ejercicio fis­cal, con nuevos desafíos, muchas cuentas que pagar, pero también con más oportuni­dades y buenas perspectivas, que hacen pre­ver una época mejor que la vivida en el año que nos atacó la pandemia.

Las recaudaciones de los impuestos que administra la Subsecretaría de Estado de Tributación (SET) tuvieron una disminu­ción del 5,4 % en el 2020 con relación a lo percibido en el año anterior, pues llegaron a 14,35 billones de guaraníes frente a los 15,16 billones de guaraníes que percibió en el ejercicio del 2019.

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El tributo más rendidor es el Impuesto al Valor Agregado (IVA) que en el 2020 tuvo una caída del 1,1% frente a lo que había alcanzado el año previo. El confinamiento obligatorio y la caída económica del primer trimestre son los causantes principales de la menor recaudación de este impuesto que es el caballito de batalla del fisco. En los meses posteriores a abril se fue recupe­rando hasta los niveles que alcanzó al tér­mino de diciembre.

Por su lado, la disminución en la percepción de los derechos aduaneros durante el 2020 fue del 10,4% a pesar del incremento de las recaudaciones de los últimos meses. Ello se debió a la gran declinación de las importa­ciones ocasionada por la crisis económica.

El bajón acumulado de las importaciones de enero a diciembre del año pasado fue de 2.336 millones de dólares, lo que se tradujo en la fuerte disminución de los ingresos aduaneros. Pero en diciembre ya se había recuperado la importación y gracias a ello las recaudaciones de Aduanas tuvieron un aumento del 18% comparadas con noviem­bre último y del 0,8% frente a lo percibido en diciembre del 2019.

El fuerte rebrote de las percepciones tri­butarias en los últimos meses tanto en Aduanas como en la SET hace sentir opti­mistas a los recaudadores para sobrepa­sar largamente lo conseguido el año ante­rior. Pero ni el más entusiasta cree que con estos aumentos en los ingresos tributarios se podrá hacer frente a los gastos previs­tos en el presupuesto estatal. Por eso en la norma presupuestaria de este año se prevé conseguir dinero prestado por 17,4 billones de guaraníes para hacer frente a los egresos del ejercicio fiscal.

El tema de fondo es siempre el mismo: el monto del dinero que el Estado obtiene a través de sus ingresos tributarios está muy por debajo del valor de las erogacio­nes que tiene que realizar. Esta situación le obliga a endeudarse para cubrir esos pagos, poniendo en peligro el equilibrio macrofis­cal conseguido con mucho esfuerzo y dis­ciplina.

En términos de la lógica más simple esto significa que el Estado tiene que recaudar más, mejorando su administración tribu­taria, disminuyendo la evasión, el contra­bando y la economía en negro, que son los principales enemigos del Estado paraguayo. Por eso la mayor parte de su energía y la de sus mejores y más eficientes funcionarios deben dirigirse a disminuir el contrabando y hacer que la economía irregular se blan­quee y pague sus tributos.

El Gobierno debe terminar con la idea poco feliz de subir impuestos o de crear otros nuevos para que los paguen los mismos con­tribuyentes de siempre. No tiene que seguir apañando a los delincuentes que se burlan del Estado de derecho y perjudican grave­mente al país.

De una vez por todas, el Estado debe extir­par la economía en negro, cobrar los impues­tos a los evasores para cubrir sus cuentas y disminuir su déficit cada vez más abultado.

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