Tras las celebraciones de la Navidad, el ex presidente de la República Horacio Cartes Jara remitió una carta de saludo al papa Francisco, uno de los líderes más influyentes en el mundo actual.
En la carta, el ex mandatario mencionaba que “estamos trabajando por un Paraguay, sostenido en su tradición cristiana, enarbolando valores y principios que solidifiquen el valor de la familia, aun en estos tiempos difíciles en los que el quiebre de tal núcleo vital es un riesgo constante”.
Agregaba HC en su misiva al Papa que “tales valores se sostengan, aun en el marco de un mundo paraguayo que vive la dinámica de sus cambios e innovaciones, porque estamos seguros de que tales cambios se deben edificar sobre la roca incorruptible de los principios que nuestra fe supo y sabe dictarnos”.
El papa Francisco no solo acusó recibo del saludo navideño, sino tuvo la gentileza de responderlo. En tal carta fechada en los primeros días del año y que arribó el sábado a la residencia del ex mandatario, Francisco sostiene principios vitales para comprender las prioridades éticas del tiempo difícil que estamos viviendo, con un llamado a la fraternidad robusto y claro.
“Que en este tiempo marcado por tanto luto y sufrimiento podamos experimentar la ternura del Señor Jesucristo”. Él es, sigue sosteniendo la respuesta del Papa, la “única esperanza y fuerza que sostiene nuestra existencia”, frase con la que enfatiza el valor de la fe para enfrentar estos tiempos de incertidumbre en el mundo.
En otro tramo de su correspondencia con Horacio Cartes, el papa Francisco expresa que tenemos que tomar conciencia de que “formamos parte de una misma familia, que navegamos en una misma barca y que solamente nos salvamos juntos”. Un potente llamado a la unidad, a la solidaridad, al entendimiento, por sobre todo al respeto del valor de la solidaridad para abrazar a todos los hermanos en un esfuerzo de contención del que nadie puede quedar excluido porque se trata de un conjunto de seres humanos que tiene un destino común como es honrar la vida y formar parte de un destino compartido.
Ello se contrapone al funcionamiento de una sociedad que “consume y desecha”, según indica también el Papa, lo que afecta a “los hermanos menos afortunados” que son –señala Francisco– “víctimas de la arrogancia” de los que observan con indiferencia estas diferencias de oportunidad y crecimiento.
La carta del papa Francisco es tremendamente oportuna para este tiempo porque invoca un elemento vital: el sentido solidario del cristianismo, que pasa, en primer lugar, por la advertencia de un mundo enclavado en la injusticia y apela a actuar con relación a ello a favor de los hermanos más carenciados. El Papa sostiene también que tales síntomas se ahondan en los momentos pandémicos que vivimos.
En este contexto, insta claramente a comprender que todos los hijos del Universo formamos parte de una misma problemática que nos aborda y que de tal coyuntura, difícil y complicada, solo saldremos juntos. Allí hace alusión a una representación potente de los albores del cristianismo como es “la barca”, en la que –sostiene– estamos todos, compartiendo el mismo lugar.
Como es habitual, el Papa también arropa de esperanza su mensaje, pidiendo que se apele a la fe en este tramo dramático de la humanidad, ya que con ella se encuentran herramientas para salir adelante en un contexto de fraternidad y solidaridad cristiana.
La carta del Papa a Horacio Cartes revive también el interés del Santo Padre por el Paraguay, a cuyos habitantes saluda permanentemente y valora su sentido social y su lucha por un porvenir mejor.