La Iglesia desarrolla un tiempo de gran reunión nacional desde su convergencia en la fe y la ado­ración a la Virgen Serrana de Caacupé. En el marco de esta experien­cia devota única y extraordinaria, pida­mos también a la Iglesia que nos ayude a enfrentar al covid que puede dejar miles de nuevos muertos en el Paraguay.

Aprovechando la potencia de nuestra fe, pidamos que esta capacidad de discer­nir llegue a territorios que van más allá del encuentro mariano de Caacupé y nos ayude también a entender que nuestras relaciones sociales se encuentran total­mente relajadas, que no es apropiado que piscinas y canchas de piki vóley vuelvan a colmarse con personas sin protección y que en nuestro propio núcleo laboral y social se perciba claramente cómo le fui­mos soltando la mano a la prevención.

Pidamos a la Virgen, en cuya confianza muchísimos paraguayos depositamos nuestra esperanza todos los años, para que nos eche luz en los grises y los oscu­ros del entendimiento de las muchas personas que descreen del poder mortal del covid, en tanto ellas no han logrado entenderlo desde la objetividad de las explicaciones científicas.

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Aprovechemos con inteligencia la gran ascendencia que tienen los pastores de una iglesia de enorme fuerza y tradición en la cultura paraguaya para pedir que incluso más allá de la fe nos ayuden en este trance con una naturaleza pedagó­gica en sus mensajes del novenario y los actos centrales.

Por alguna razón vinculable a la diná­mica social y sus inmensas variables estamos enfrentados a un fuerte rebrote del covid con menos actitud preventiva en la comunidad en general que en el mes de abril pasado cuando apenas iniciaba la pandemia. Las razones ya explicarán los científicos, mientras tanto solo queda esperar que este fenómeno de incons­ciencia se revierta para que a su vez se pueda revertir la enfermedad.

Sería de gran utilidad que los líderes de la Iglesia católica exhortaran también durante estos días al uso del tapabocas y los básicos procedimientos de higiene de manos, como herramienta más impor­tante para evitar la propagación. Si se contribuye desde los mensajes con este componente, será otro aporte importante en un momento en que todo lo que ayude a mirar para adelante con sentido común evitará más muertes.

El propio Ministerio de Salud Pública que en políticas de comunicación se ha mos­trado muy poco creativo podría encarar una comunicación con los pastores más influyentes de la Iglesia católica plan­teándoles esta línea y –al mismo tiempo– ofreciéndoles insumos para que pue­dan desarrollarla con sentido educativo, pedagógico.

Sería necio no aprovechar un escena­rio tan resonante y con tanta incidencia nacional como lo es Caacupé y su fiesta mariana para dar un paso en materia de concienciación mientras se llega de nuevo a una etapa difícil de y como la pandemia.

Que este encuentro en la fe sea al mismo tiempo una gran cátedra de salud comu­nitaria, de prevención, de amor final­mente porque cómo se expresaría mejor el amor por el próximo y por el hermano que cuidando de su salud, resguardán­dose de la enfermedad, protegiéndolo de la muerte.

Todo ello ayudaría mucho en un momento en que precisamos reabrir los ojos a la realidad de la pandemia y evitar un nuevo pico en su propagación.

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