A poco tiempo de la conclusión de este año marcado profundamente por la pandemia y la emergencia que ocasionó en la salud, la economía y en la vida de todo el país, es bueno apuntar qué hacer para adelante. La terminación del 2020 y el inicio de un nuevo año no significan que culminarán por arte de magia los dolores sufridos en este ejercicio y que con el cambio del calendario todo volverá a ser color de rosas. La vida continúa con cada nuevo amanecer y los dolores de ayer no desaparecen porque un nuevo sol, que es el mismo del día anterior, alumbra la jornada que se inicia.
Pero debido a los convencionalismos que rigen la vida de los pueblos, un nuevo ejercicio fiscal suele ser momento propicio para enfatizar los aciertos, corregir los errores y sobre todo emprender nuevas oportunidades en la lucha por el bienestar de las mayorías.
Si bien el país ha sido uno de los menos castigados por las consecuencias de la pandemia como lo han sido otras naciones, los golpes recibidos han causado duros perjuicios a todos los sectores de la sociedad. El hecho de que a otros países les haya ido peor no significa de ningún modo que no hayamos sufrido la gran cantidad de contagiados y de muertos que tenemos ni que la economía no haya caído ni que no se hayan perdido miles de puestos de trabajo en perjuicio de nuestra gente.
Por eso es muy oportuna la reflexión de un sector empresario que ha señalado que en el país se necesita un fuerte liderazgo en lo económico para encarar los desafíos del futuro inmediato. Y que con el cambio del ministro de Hacienda se necesitará una enérgica conducción en el Equipo Económico Nacional (EEN) para manejar la economía por el camino correcto. Más aún en este momento en que se instala en Industria y Comercio a una persona cuestionada por su actuación anterior en la Cancillería en el affaire de Itaipú, de julio del 2019.
En momentos en que se estudia el presupuesto estatal para el año entrante, que es un instrumento decisivo en la política del Gobierno, se necesita un fuerte líder. Un conductor que se oponga a los excesos que pretenden algunos políticos y obligue a disciplinarse a la estructura estatal, la principal responsable de los excesos de gastos.
En la Cámara de Diputados se acaba de agregar un aumento en el gasto salarial para el Presupuesto del 2021 por 3 millones de dólares para creaciones de nuevos cargos y beneficios de varias instituciones estatales, que va contra el propósito de disminuir los gastos del Gobierno debido a que no tiene fondos con qué financiarlos. Medida que solo con una fuerte oposición de Hacienda se podrá revertir.
En el sector privado se cree que la falta de un liderazgo fuerte en el Equipo Económico puede influir negativamente en el déficit fiscal, que en lugar de bajar puede seguir aumentando.
Lo que preocupa a muchos es que el nuevo titular de Hacienda, si bien es un técnico, no llegue a tener el suficiente respaldo presidencial y la fuerte personalidad necesaria para enfrentarse a los propios colegas del Ejecutivo para mantener en pie las duras decisiones para bajar el déficit. La energía del nuevo ministro se considera crucial en un momento en que hay que recuperar la economía de la caída sufrida a causa de la influencia de la enfermedad.
Los memoriosos recordaron que la estabilidad macrofiscal conseguida en los últimos lustros se debió a que los ministros de Hacienda desde el 2003 fueron técnicos con un importante poder en la economía y las finanzas, lo que permitió el gran ordenamiento de los últimos 15 años. Esa estabilidad está en peligro y representa la principal preocupación.
Si bien los lineamientos de la política económica están en los documentos consensuados, se sabe que ellos no se llevan a la práctica si no están las personas adecuadas para ejecutarlos.
El Gobierno está en un momento crucial para actuar frente a la incertidumbre actual liderando con energía la conducción de los negocios del país. Debe poner a sus mejores hombres y mujeres en los puestos decisivos y empujarlos a que actúen con sabiduría y disciplina.