El descontrol de ciudadanos y de las autoridades ante el virus que genera la enfermedad del covid-19 ahora mismo es un verdadero mazazo que vuelve a golpear a Europa. Este fin de semana fue muy movido en el viejo continente, mandatarios de varios países de la Unión Europea están volviendo al confinamiento o intensifican las restricciones para afrontar esta nueva disparada de contagios.
Acá, por casa, llevamos ocho semanas de meseta, en esta primera ola, es decir, tenemos casos positivos estables, siempre rondando entre los 4.500 y 5.500 contagios semanales y un número promedio de fallecimientos de 15 decesos. Si bien se presenta una leve tendencia al descenso en la cantidad de infectados, estos alentadores datos aún son muy débiles como para afirmar que hay un retroceso del coronavirus, puesto que esta actual trayectoria en cualquier momento puede tender a nuevamente dispararse. Sobre todo, tras las últimas decisiones del Gobierno de realizar experimentos de prueba-error que se enfilan por un camino riesgoso, como el sorpresivo anuncio de retorno a clases presenciales para que puedan despedirse los alumnos del tercero de la Media, aunque sus últimas actividades académicas seguirán siendo de manera virtual. Asimismo, el visto bueno para que miles de personas se puedan congregar corporalmente durante el tradicional encuentro anual de fe católica en Caacupé.
En medio del descontrol ciudadano en el cumplimiento de los protocolos sanitarios, las autoridades hacen gala de una peligrosa miopía, al liberar restricciones para sectores potencialmente riesgosos, incluso ignorando las advertencias de las sociedades de profesionales especializados en estos temas y de organismos internacionales. Se deja de aprender de los errores que cometieron en otras regiones, como el caso europeo, que muy pronto flexibilizó las medidas de control y ahora a pocos meses de esa decisión debieron retroceder, causando un mayor malestar social y económico.
Estas últimas decisiones del Gobierno paraguayo están generando anarquía, desinformación, incrementando la incertidumbre y profundizando la desconfianza en las autoridades. El gremio de directores de centros educativos públicos intenta frenar que mañana los alumnos puedan volver a clases presenciales a través de la interposición de un amparo judicial a fin evitar que se desencadene una disparada de contagios.
Los gremios de docentes llamaron a la desobediencia civil, instan a sus afiliados a no acudir mañana a los centros educativos públicos, tal como decretó el Ejecutivo. Las autoridades del Colegio Nacional San Lorenzo fueron los primeros en resistir al decreto presidencial y oficialmente anunciaron que no retornarán a las clases presenciales por el presente año lectivo ante el riesgo de propagación del covid-19 entre los alumnos.
En este punto vale recordar las afirmaciones del director general de la OMS, Adhanom Ghebreyesus, que en rueda prensa unas horas atrás remarcó a las autoridades de los países a no bajar los brazos. “Cuando los dirigentes actúan rápidamente, el virus puede ser frenado”, dijo y advirtió que “es peligroso renunciar a controlar”.
En la práctica, con la liberación de las restricciones de la cuarentena, el control del contagio queda de manera absoluta en manos de la gente. De ahí la preocupación de los profesionales médicos de que la tendencia actual de los casos puede volver a subir, ante la conveniente miopía de las autoridades y la orfandad indiscutible de la comunicación de gobierno para educar y persuadir a la ciudadanía, que aporte en el cambio de hábitos y enriquezca nuestra cultura enraizando en nosotros la prevención. Por el bien de todos, esperamos que la prueba-error a la que apuesta el Gobierno tenga éxito, para obtener la libertad necesaria de retomar la vida en esta nueva normalidad. De lo contrario, podemos retroceder abruptamente a las molestas pero necesarias restricciones, que volverán a impactar en la salud psicológica de la gente y en su economía.