La emergencia sanitaria y eco­nómica que estamos viviendo penosamente en carne pro­pia nos ha embarcado a una nueva realidad que tenemos que asumir. Muchos aseguran que después de la pan­demia nada podrá ser igual que antes. Porque nuestro modo de vivir, de abor­dar el trabajo y encarar los proyectos han sufrido una profunda sacudida. Porque el choque de esta emergencia pandémica hará trastrabillar las costumbres y esque­mas mentales para sacudir con fuerza la estructura de nuestra existencia. Algunos analistas dicen que debido a ello el enfoque de la vida de la sociedad paraguaya tendrá que sufrir una profunda transformación, que instalará nuevas prioridades y pondrá exigencias más urgentes que no se podrán obviar.

Ya no se podrán tolerar las políticas que olvidan las necesidades urgentes del país en aras de los intereses de los sectores políti­cos acostumbrados al despilfarro y el mal uso del dinero público. Las recaudaciones fiscales que recibe el Estado de parte de los contribuyentes se deberán utilizar prefe­rentemente para la recuperación del país destinándose a las inversiones antes que a los gastos improductivos. Como señaló un líder empresario, los organismos públicos y la estructura del Estado tendrán que apren­der algo fundamental: a gastar menos y a producir más.

El trazado de los grandes pilares de esta nueva era debe comenzar a hacerse a partir de ahora que el Gobierno está preparando el presupuesto general del país para el año entrante. El proyecto de ley que se analiza actualmente en el Congreso Nacional es clave para iniciar una nueva época con más eficiencia del aparato estatal, sobre todo cortando drásticamente los gastos en que se despilfarran los aportes de los contribu­yentes. Y dirigiendo los recursos de manera preferencial para producir más, como ten­dría que ser.

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Obligado por la emergencia pandémica que hará caer los ingresos tributarios del 2021 en 8,2 %, el Gobierno ha diseñado un pre­supuesto más pequeño para el año veni­dero. En salarios gastará un 2% menos que lo previsto en el presupuesto del 2020. Pero 84 guaraníes de cada 100 que perciba por los impuestos los destinará a las remunera­ciones de los estatales, un 16,6% más de los 72 guaraníes de cada 100 recaudados que erogaba en el 2018. Lo que revela que a pesar de la emergencia el Estado paraguayo será menos eficiente en gastar el dinero de los contribuyentes que en la administración anterior.

¿Por qué el Gobierno en el 2021 gastará más plata en sueldos de lo que se recaude compa­rado con años anteriores? La respuesta es que su estructura de gastos, que está fuerte­mente compuesta por las remuneraciones salariales, le impide reducirlos más. Está prisionero de los sueldos intocables de los empleados públicos, como alguien que está preso por sus acreedores. Según la apre­ciación de algunos analistas, el Gobierno proyecta ese ahorro para el 2021 no porque forme parte de su propuesta de austeridad, sino porque no tendrá más plata para gastar. Aseguran que si suben las recaudaciones a los niveles anteriores volverá a destinar más recursos para los desembolsos improducti­vos, como siempre ha hecho.

Un directivo del Club de Ejecutivos del Para­guay ha dicho que, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Estado paraguayo derrocha cerca de 1.500 millones de dólares anuales de los ingre­sos que tiene, que equivale al 3,9% del PIB. Señaló que se debe reconstruir el diseño de la administración pública y sus gastos desde la perspectiva del contribuyente, des­echando las demandas corporativas de la burocracia pública, políticos y carteles de sindicatos estatales que tienen secuestrado el objetivo del bien común del Estado.

El hecho de que se esté estudiando el pre­supuesto público para el año entrante se tiene que aprovechar mejor para reestruc­turar las erogaciones estatales. El Ejecu­tivo ya previó los recortes en salarios y otras remuneraciones de los estatales. Pero es insuficiente para que el Estado pueda gastar menos, como se reclama.

Por eso los legisladores deben hacer primar su obligación de velar por los intereses del país sobre sus apetencias y compromisos partidarios y disminuir más aún los desem­bolsos estatales para el 2021. En el Congreso habrá que podar principalmente los gastos corrientes y poder utilizar esos recursos para hacer mayor cantidad de inversiones y de ese modo producir más.

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