El Poder Ejecutivo presentará hoy al Congreso el proyecto de ley del Presupuesto General de la Nación (PGN) para el 2021. El documento es la más importante propuesta jurídica que se prepara para el año entrante porque es el esqueleto económico del ejercicio fiscal, con el agregado de que como estamos en plena pandemia deberá servir para acortar gastos y, si es posible, incentivar la recuperación económica del país. Lo llamativo en esta ocasión es que el presidente del Congreso habló de la posibilidad de que se vuelvan a debatir algunos aumentos impositivos, que podrían incluirse en el presupuesto venidero.
Como la clase política que estudiará el presupuesto no siempre ha actuado con la prudencia necesaria, se teme que este año den rienda suelta al afán que tienen ciertos sectores de recurrir a los incrementos tributarios con nuevas leyes. Siempre que no se percaten del gran daño que causaría a los sectores económicos productivos.
El temor es que, con la excusa de la pandemia y de todos los males económicos que ha traído, se vuelva a intentar aumentar los tributos ya existentes o a crear nuevos impuestos para mejorar la recaudación del Estado. Similares intentos se hicieron en años anteriores.
El momento que se vive actualmente es diferente y el Poder Ejecutivo, que está ansioso por conseguir más dinero por cualquier medio, no se opondría a ello, sino que lo acompañaría encantado, ya que está desfinanciado y proyecta endeudarse más para poder cubrir su faltante de caja.
En una nota periodística, el titular del Poder Legislativo, hablando del proyecto de presupuesto que se le presentará hoy, reconoció que “los grandes debates girarán sobre los aumentos de impuestos, el tema de la soja, el tabaco, el alcohol”. Lo afirmado por el legislador no tendría mayor trascendencia si en las cámaras legislativas no se hubieran intentado ya aumentar los impuestos para el tabaco y el alcohol y crear una imposición a las exportaciones de soja.
En el 2019, cuando se trató el proyecto de reforma tributaria que se aprobó y está vigente, se pretendió elevar fuertemente las tasas del Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) que gravan la comercialización de tabaco, bebidas alcohólicas y gaseosas, teléfonos celulares y otros artículos. También se había propuesto imponer un tributo a las exportaciones de soja. No corrió esta última iniciativa debido al mal momento que había provocado la sequía al campo.
En cuanto a las fuertes subas al ISC, luego de muchas discusiones se disminuyeron las tasas exageradas, pero los legisladores que las habían propuesto quedaron con la sangre en los ojos. Esta sería la oportunidad que están esperando para volver a proponer las alzas tributarias que no habían podido conseguir el año anterior. En estos momentos, el altísimo déficit del Gobierno a raíz del problema existente y la necesidad de recurrir a nuevos préstamos podrían ser los motivos para fundamentar los impuestazos que son la obsesión de algunas fuerzas políticas, que solo se mueven por razones ideológicas y no consideran la realidad de las empresas que pagan impuestos y que se encuentran en malas condiciones.
Se dijo que el proyecto de presupuesto será un 15% o 20% inferior al vigente, que prevé menos ingresos tributarios. Pero a pesar de los recortes de gastos que incluye hay que pagar los préstamos, por lo que contratará nuevas deudas para ello. Un alto funcionario había adelantado que se colocarán bonos por 600 millones de dólares para cubrir los vencimientos del año entrante ya que no se tienen recursos para pagarlos.
A partir de hoy, los legisladores tienen menos de 100 días hábiles para estudiar y aprobar el presupuesto de los ingresos y los gastos del Estado para el año entrante. Debido a las especiales circunstancias que se viven actualmente el trabajo de los mismos es más delicado que lo habitual y deberán dedicarle más atención, profesionalidad y patriotismo.
El Poder Ejecutivo necesita más que nunca la solidaridad del Legislativo para aprobar una ley que ayude a mejorar la situación que nos aflige. Pero se debe tener cuidado de no crear nuevos impuestos ni elevar las tasas de los existentes, porque el país que produce no podrá aguantar cargas más pesadas que las que tiene que sobrellevar en estos momentos de emergencia.