El viejo y sabio adagio popular dice que solamente se deben estirar los pies hasta donde llegan las sábanas. En el discurso oficial al menos parece que este sería el espíritu. “El objetivo 2021 es gastar de acuerdo a los ingresos”, afirmaba el vicepresidente de la República. Así que cabe bien la frase horas antes de que el Poder Ejecutivo remita al Congreso Nacional el Presupuesto General de la Nación (PGN) 2021, sobre el cual todos tenemos la expectativa de que no solo en el papel, sino en la práctica, sea un plan financiero pensado en la racionalización del gasto y la optimización de los recursos públicos. La proforma presupuestaria será analizada por el Congreso Nacional en medio de un panorama económico difícil y se espera que el resultado sea coherente con la coyuntura que vivimos, con las necesidades de la gente y sin visos de populismo.
En el papel el nuevo plan financiero prevé crecimiento cero en materia de gastos corrientes, satisfacer todas las demandas en materia de servicios públicos o bienes que entrega el Estado y ajustar a los lineamientos de la Ley de Responsabilidad Fiscal vigente, es decir, se respetaría el tope del 1,5% de déficit fiscal. Asimismo, tendrá una reducción en torno a los 30 millones de dólares con respecto al PGN del presente año.
Oficialmente, el PGN 2021 estaría en torno a los 86,3 billones de guaraníes (13.525 millones de dólares). Los montos están previstos sobre la base de que alcancemos al finalizar el próximo año un crecimiento del cinco por ciento del producto interno bruto (PIB), una inflación del 3,8 por ciento y un tipo de cambio del orden de los G. 7.092 por dólar. Asimismo, el plan financiero prevé la emisión de bonos por 500 y 600 millones de la divisa estadounidense.
Una variable es que al estar sujeto a la capacidad tributaria estimada para el próximo año, esta tendría una disminución de 600 millones de dólares en la recaudación de impuestos, lo que hace que el piso sea mucho menor para el ejercicio siguiente. Entonces el desafío del Gobierno es mantener la propuesta de ajuste de cinturón en materia de gastos, ser muy austeros. Se impone que desde el Poder Ejecutivo se genere eficiencia en el gasto público, caso contrario los contribuyentes deberán continuar sobrellevando sobre sus espaldas el pago de los dispendios de los administradores públicos, y no hay espacio para financiar un presupuesto que no esté respaldado, porque tarde o temprano la gente será obligada a financiarlo de alguna manera. Los sectores productivos están haciendo un esfuerzo fiscal enorme, cumpliendo su compromiso con el Tesoro en medio de circunstancias económicas adversas, no están las cosas para trasladar a los contribuyentes más presiones.
Asimismo, preocupa en el PGN 2021 que se mantenga el incremento de la deuda externa. Por un lado, se prevé la emisión de bonos por 500 y 600 millones de la divisa estadounidense. Pero además se pretende anexar a este proyecto financiero el pedido de nueva deuda por 350 millones de dólares para financiar parte de nuevos pagos del Pytyvõ a trabajadores informales, fondeo al IPS, entre otros. Las proyecciones sobre deuda externa para fin de año alcanzarían al 34,5 por ciento del PIB, monto con el que empezaría el 2021 y al que se sumarán estas nuevas deudas a ser contraídas. En caso de darse este escenario, tendremos menos espacio fiscal para inversiones clave, va a aumentar el monto total del servicio de la deuda, lo que va a empujar en el mediano plazo a que el país continúe en el círculo vicioso de bicicletear la deuda y no garantizar resultados acordes a lo que espera la gente.
Se impone la creatividad en el Gobierno para generar recursos que no vengan por la vía del endeudamiento o por más impuestos. Este es el gran desafío del Ejecutivo y el Congreso, el de plantear un nuevo esquema productivo que frene este crecimiento de la deuda. No podemos seguir endeudándonos más con esta estructura productiva y con una reducida capacidad de pago.