Los comentarios de prestigiosas publicaciones internacionales de que la caída de la economía paraguaya estará entre las más bajas y las previsiones de los organismos financieros especializados de que Paraguay se recuperará más rápido que otras naciones son auspiciosos. Resultan halagüeños y deben servir para animar al país a trabajar con inteligencia para recuperar su maquinaria productiva y comercial. Por ahora son solamente lindas palabras que ojalá se hagan realidad. Porque de ello dependerá fundamentalmente cómo encaremos la tarea de la reactivación, que es el gran desafío que tenemos en este momento como nación.
Nuestro diario se ha hecho eco de lo señalado por BBC Mundo, el prestigioso portal de noticias británico, que afirmó que el Paraguay será uno de los países que tendrán las caídas menos profundas en su economía a causa de la pandemia durante este año en nuestro continente, lo mismo que Guatemala y Uruguay. Destaca que los que tendrán las caídas más fuertes son Argentina, Brasil y Perú, sin considerar a Venezuela que viene hace ya varios años con malísimo desempeño por motivos diferentes al coronavirus.
Recuerda que gracias a la cosecha de soja enero y febrero fueron meses excelentes para nuestra economía, por lo que el ingreso de la enfermedad encontró al país en una relativa buena posición. Agrega que se suma a esto que ha logrado un mayor control de la enfermedad que otras naciones, lo que le permitió poder abrir más pronto el enclaustramiento para mover la actividad económica.
Por otro lado, el Fondo Monetario Internacional (FMI) señaló que la economía de nuestro país se recuperará con mayor rapidez que otras naciones de la región latinoamericana, debido “a los buenos fundamentos y programas económicos implementados”, según textualmente expresó uno de los técnicos del organismo financiero. Con respecto al plan de reactivación recientemente presentado por el Gobierno, apuntó que es una mezcla de medidas muy importante para atender “tanto los factores cíclicos como estructurales, que ayudarán a mitigar los efectos negativos de la crisis”.
En sus proyecciones económicas para el 2020 dadas a conocer en junio, el FMI estima que la caída de la economía paraguaya será del 5%, frente a la de América Latina que sería del 9,4%. No es la primera vez que los observadores de la economía resaltan la situación de nuestro país, que está en mejores condiciones que otras naciones del continente. Hecho que se debe a su crecimiento económico continuado y a su buen desempeño macroeconómico de hace más de tres lustros, con superávit fiscales durante un buen tiempo o déficit menores al 1,5% de su PIB durante varios años. Por eso no es de extrañar que el castigo de la pandemia sea más duro para las economías que ya venían con problemas y que se agudizaron aún más. Lo que explica también la relativa mejor situación paraguaya, por la simple razón de causa y efecto.
Las consideraciones de los organismos y publicaciones especializadas tienen un fundamento lógico, por lo que son creíbles. Sus previsiones incluso pueden constituir una esperanza cierta. Con esta pandemia nuestro equilibrio macrofiscal está en terapia intensiva, pero si se logra recuperar con fuerza la maquinaria económica, en el tiempo más breve posible lo podríamos restablecer.
El Gobierno ha dado a conocer su plan de reactivación, que es necesario ponerlo en práctica en la mayor velocidad posible, no con el habitual ritmo lento de la estructura burocrática del Estado en que cada decisión tomada lleva mucho tiempo para su ejecución.
La rapidez para afrontar la caída de la economía ayudará a la recuperación, porque aparte de mover prontamente el aparato económico dará confianza para que se hagan nuevas inversiones, que son fundamentales para la recuperación y la creación de nuevas fuentes de trabajo.
El Gobierno debe hacer la autocrítica, una práctica habitual en las empresas exitosas, corregir sus errores y emprender con fuerza los proyectos que tiene. Cada día que se deja pasar sin mejorar el andamiaje económico es un paso atrás en la recuperación, por lo que no se debe perder el tiempo.
La reactivación económica no solo debe ser un proyecto de la política gubernamental sino una conducta obsesiva de las autoridades nacionales y de los ciudadanos, que debemos dirigir nuestras acciones hacia ese objetivo.