En pocos días más todo el país volverá a la fase cuatro, a la normalidad, en realidad, espe­ramos la nueva normalidad, porque en estos cuatro meses de confi­namiento muchas cosas cambiaron para bien, aunque varias de las viejas prác­ticas querrán volver a ser como antes. En este tiempo se modificó tanto, desde la gestión del Gobierno, pasando por el mejoramiento del medio ambiente, hasta la forma de consumo de la gente, entre otras tantas rutinas de vida. Una correcta lectura de este nuevo panorama permi­tirá que apliquemos estas nuevas expe­riencias para beneficio de los gobiernos, las empresas y la sociedad. “Ahora es el momento de construir algo mejor que lo normal”, reza con bastante acierto una frase de la campaña de la Unesco sobre la nueva normalidad, sobre esta circuns­tancia debemos empezar a reflexionar y construir el diseño del nuevo Paraguay.

La presión de todo lado por retomar el pleno de las actividades productivas es la voz cantante de los últimos días. Aunque la pandemia aún se mantendrá, todavía no escuchamos de ningún sector, ni del público ni del privado, el análisis para pre­pararnos para el periodo pospandemia. Desde la academia, el Estado, las organi­zaciones sociales y el sector productivo se debe reflexionar sobre este hecho.

El retorno a la normalidad trae apare­jada varias circunstancias, la más vital es mantenernos atentos al cumplimiento de las medidas sanitarias, porque de ello depende que podamos romper el confi­namiento, cuyo mayor perjuicio fue que muchas empresas debieron cesar su pro­ducción y miles de trabajadores perdie­ron sus puestos de trabajo. Esto a su vez enfermó la economía nacional, que como todo sistema con sustento en el capital depende sobre manera del consumo que haga la gente de los bienes y servicios que se ofertan. El mayor de los reclamos de empresarios y trabajadores es la falta de empleo y producción, pero esta debe ser una actividad consciente y comprometida con mantener activos los protocolos sani­tarios a fin de no parar la producción, por efecto de los contagios en estos lugares.

Una segunda acción es pisar tierra sobre la situación de los consumidores. Hemos visto que la economía se derrumba tan pronto se deja de vender bienes y servi­cios a las personas sobreendeudadas. Las empresas, en sus diversas ofertas, deben considerar que el desempleo y la incerti­dumbre desgastaron a los consumidores, por tanto, sus ofertas deben ir de la mano de haber considerado esta complejidad. Pretender sostener el antiguo nivel de retorno puede resultar fatal, al punto de la quiebra. La prioridad de las preferen­cias de consumo es diferente, por ahora es un gasto más reflexivo.

El Estado debe asimilar que hay un enojo ciudadano creciente, es una población que se sacrificó confinándose por meses para protegerse del coronavirus, lo que favoreció a que la expansión del mismo no haya sido tan dura como en otros países. Sin embargo, no encontró en el Estado la misma reciprocidad. Se debe de entender que hoy la ciudadanía está pasando mal y que está angustiada porque observa que se aprobó más de US$ 2 mil millones y lo que ve son “procesos que no culminaron y procesos licitatorios donde se intentó estafarle al Gobierno. Es una toma­dura de pelo”, graficaba la situación el ex ministro de Hacienda Santiago Peña.

En la nueva normalidad, desde el Estado no se puede continuar con las mismas prácticas torcidas y si hay funcionarios desleales debe haber una pronta y firme acción contra aquellos viciosos que bus­can beneficiarse con el dinero público. El concepto de impunidad debe salir del dic­cionario de la función pública. El covid-19 nos abre una ventana a entender que es momento de cambiar, de no volver a la normalidad sin tener en cuenta el impacto que por mucho tiempo tuvo lo que consi­deramos normal para el medio ambiente, la economía, la salud pública y nuestra sociedad. Empecemos a diseñar el Para­guay pospandemia, “ahora es el momento de construir algo mejor que lo normal”, tal como nos invita reflexionar la Unesco.nos invita reflexionar la Unesco.

Dejanos tu comentario