Más que nunca se impone el esclarecimiento del crimen de Rodrigo Quintana y los demás hechos que rodean el caso, se impone que salga a la luz la implacable verdad. El axioma dice que una imagen vale más que mil palabras y las que fueron reveladas en los últimos días con la divulgación de un video de las cámaras de seguridad de la sede del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) hicieron estallar en pedazos la pirámide de mentiras jurídicas sostenidas mediática y políticamente con intereses protervos. El video revela cómo varias personas en diferentes momentos de esa fatídica noche-madrugada van acomodando objetos en la escena del crimen, este solo hecho merece una investigación paralela, puesto que en tales situaciones nadie puede manipular y menos plantar elementos de prueba con el interés de adulterar la verdad, de encubrir a los verdaderos responsables e inculpar a terceros.A medida que se revisan las imágenes –que durante todos estos años estaba en manos de los fiscales del caso– siguen saliendo a luz hechos reveladores, como que antes y después del crimen hay una acción concertada de varias personas con el claro objetivo de armar en toda la sede partidaria una escena que no comprometiera a quienes esa noche-madrugada activaron en ese local y dirigían las acciones de violencia en la calle.

Las primeras imágenes revelan cómo después del crimen de Rodrigo Quintana un hombre cambia un cartucho de escopeta, que podía servir de evidencia original por otro que lo trajo de afuera y la nueva cápsula es movida con los pies por otra adherente liberal.

Asimismo, antes del crimen del joven liberal se observa en el video lo que parece ser el reemplazo de computadoras en las oficinas de las principales autoridades de ese partido, esto hace pensar a los investigadores que el cambio formaba parte de preparar una escena que no comprometiera a los líderes del partido, en caso de que el Ministerio Público se incautara de dichas máquinas. Que por cierto, solo fueron entregadas muchas horas después de que intervino la Fiscalía en la sede del PLRA.

La ex fiscala Raquel Fernández, quien intervino en los primeros momentos, luego del hecho recuerda que esa trágica madrugada del 1 de abril del 2017, los liberales que se encontraban en el local partidario le pusieron muchas trabas para el ejercicio de sus funciones, solo nueve horas después del suceso le permitieron llevar todas las pruebas del sistema del circuito cerrado al laboratorio forense. Entre otras cosas sospechosas que pudo ver, la ex fiscala comenta que observó en las grabaciones del circuito cerrado, se estaban preparando las bombas molotov que se habían utilizado en las trágicas jornadas del 31 de marzo.

El soporte informativo de los sucesos, ese testigo mudo que son los elementos probatorios evidentemente que fueron adulterados, esa no fue una acción espontánea, sino que forma parte de un plan preconcebido para modificar los hechos por alguna razón, por algún interés, quienes dieron la orden para modificar la escena y sus ejecutores estarían cometiendo hechos punibles de “frustración de la persecución y obstrucción de la ejecución penal”, según dictan nuestras leyes, tanto el Ministerio Público como la Corte Suprema de Justicia deben actuar en consecuencia.

La implacable verdad de lo acontecido en la noche-madrugada del 31 de marzo y el 1 de abril del 2017 en la sede del PLRA debe salir a la luz, totalmente alejada de los intereses políticos. El país y los familiares de Rodrigo Quintana merecen conocer la verdad, ¿Quién dio la orden en la sede del Partido Liberal para adulterar la escena del crimen? ¿Por qué quisieron trastocar la historia de los hechos? ¿Qué intentaron ocultar?

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