El pronto retorno a la nueva normalidad está permitiendo que se calienten y arranquen nuevamente los motores de la economía nacional. Estamos en la fase tres de la flexibilización de la cuarentena y aunque se observa un aumento generalizado de casos de contagio, las cifras se mantienen aún dentro de márgenes aceptables, lo que permite, en términos generales, seguir avanzando en la incorporación de más sectores al proceso productivo; esta es la buena noticia en medio de tantos titulares dramáticos por la desaceleración económica. Es innegable la inquietud y la incertidumbre que nos deja el covid-19; sin embargo, nuestro país, en materia macroeconómica, cuenta con buenos fundamentos, lo que nos permite hasta el momento sobrellevar con bastante acierto la economía. Además, nos ayudará a salir más rápido de esta tormenta, tanto es así que se espera un repunte significativo para el segundo semestre de este año; por supuesto, siempre y cuando mantengamos el cuidado extremo del cumplimiento de los protocolos sanitarios, para evitar una disparada de casos que quiebren el frágil sistema sanitario y nos obligue a retroceder en la flexibilización del confinamiento. 

Si bien nos tomará unos años el volver a equilibrarnos y tener nuevamente números plausibles de crecimiento, lo podremos hacer más rápido que otros países de la región, afirman todos los organismos internacionales. Por eso es importante que desde el Ejecutivo y el Legislativo, en las próximas semanas, se ciñan la albirroja para analizar los proyectos poscovid que presentarán los organismos rectores de la economía nacional.

En los próximos días, el Equipo Económico Nacional oficializará y entregará al Congreso Nacional el plan para la reactivación de la producción, el comercio, la industria y los servicios en el país. El mismo considera una inyección al mercado de US$ 2.000 millones, de los cuales US$ 1.200 millones serán para inversiones en obras públicas, que desarrollen la infraestructura interna donde se encuentran sectores generadores de empleo, sin descuidar al campo y la continuidad de la ayuda social a los sectores más desfavorecidos, a los trabajadores formales en el paro, entre otros aspectos. 

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A su vez, el Banco Central del Paraguay formulará su plan de reactivación que apunta a la aceleración en la inversión e infraestructura con US$ 1,3 billones. Esta inversión pretende incrementar el multiplicador a corto plazo, además de ayudar a fluir esos recursos por todos los sectores posibles de la economía para que se vuelvan más competitivos, lo que además ayudará a la clase media a recuperarse ante el retorno de las fuentes de empleo. A todo esto se suma una agenda de inversiones a través de la asociación público-privada con inversiones para inicios del próximo año y el fortalecimiento del Banco Nacional de Fomento (BNF) y del Fondo de Garantías del Paraguay para mejorar el acceso a los créditos.

Es momento de compartir el optimismo de la pospandemia que tienen sobre Paraguay, por supuesto, manteniendo la madurez en las decisiones. Según la última actualización de perspectivas del Banco Mundial, nuestro país tendrá la economía menos golpeada de la región, con una retracción de 2,8%, mientras que países como Perú, Brasil y Ecuador caerán 12%, 8,0% y 7,4%, respectivamente. 

Está en manos del Legislativo apoyar con criterio, pero fuertemente los proyectos pospandemia para acelerar la recuperación económica, sin show politiquero, sino mirando holísticamente al Paraguay. Al Ejecutivo le corresponde desechar la corrupción en la ejecución de los fondos para la reactivación económica, la sinergia que estos dos poderes del Estado puedan tener en los próximos días definirá la velocidad para retornar a un mejor estadio de la calidad de vida en Paraguay.

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