El ministro de Hacienda anun­ció la semana pasada que el Gobierno estaba preparando un plan de reactivación eco­nómica con una inversión de 2.000 millones de dólares para salir lo más rápido posible de la emergencia en que se encuentra el país. Dijo que la propuesta estaría lista para esta semana. Esto para iniciar la tarea de recuperar al país que a causa del encierro y la contracción eco­nómica está en aprietos. Si no se retoma en serio la actividad económica, los efec­tos negativos serían mucho más graves de lo que ya estamos sufriendo actual­mente con el cierre de empresas y despi­dos de trabajadores.

El vocero del Gobierno había dicho que para el plan de inversiones se utilizarían los fondos que ya se tienen en el país mediante el redireccionamiento de los recursos que se habían destinado inicialmente para pro­yectos que ahora no se consideran priorita­rios. Y que por ello solo se requeriría obte­ner en préstamo alrededor de 500 millones de dólares, ya que se estaría contando con alrededor de 1.500 millones de dólares.

Días después, el equipo técnico de Hacienda encargado de realizar los estudios observó que no sería necesario recurrir a préstamos para realizar la inversión porque se tendría ya suficientes recursos financieros.

Si ya están disponibles los fondos, como se dijo, y el estudio de las inversiones está a punto, es bueno que el Gobierno haga el anuncio y comience a trabajar lo antes posi­ble en la realización de los proyectos. Se sabe que la burocracia estatal es una gran máquina de impedir y que tiene un ritmo muy lento en sus operaciones, por lo que ahora, por la crítica situación, hay que pegar saltos en la materia.

La afirmación de los técnicos de que no hará falta contratar nuevos préstamos es muy positiva. Aunque deja entrever que el problema principal que tiene el Gobierno es la lentitud en la ejecución de proyectos, por lo que tiene disponibles recursos para pla­nes ya previstos y que no se están concre­tando por su morosidad.

Como no hay mucho tiempo que perder, el Gobierno debe apurar el inicio de los pro­yectos y darle mayor velocidad a los que ya están en ejecución.

El plan de reactivación económica se va a encarar en tres sectores: la generación de empleos, la realización de inversiones en obras de infraestructura que equivalgan al 3% del producto interno bruto (PIB), y un mayor impulso a la asistencia social a los sectores de la población más vulnerables. Se habla de destinar 1.200 millones de dóla­res a las inversiones que haga el Estado en obras públicas, que tienen una gran capaci­dad para emplear trabajadores.

Otra acción prevista es viabilizar crédi­tos blandos para las micros, pequeñas y medianas empresas, que son las princi­pales empleadoras del país, a fin de darles más impulso en estos momentos. Un sector que no se puede descuidar es el de los gru­pos sociales más necesitados que seguirán siendo auxiliados con los subsidios estata­les por su situación marginal.

Pero para que estas acciones puedan lle­varse a cabo es necesario que el Gobierno vaya abriendo prudentemente el encierro de la cuarentena, apurando incluso la reac­tivación de los sectores comerciales que están en estos momentos totalmente inmo­vilizados y que son responsables de muchos puestos de trabajo.

No bastará que se invierta más dinero en las obras públicas y que se destine más créditos a las empresas, si no hay suficiente movili­dad de personas para trabajar en los diversos renglones y para concurrir a los lugares de comercialización. Las empresas no solo nece­sitan producir sino también vender los artí­culos y servicios que producen, lo que sería imposible sin la concurrencia de la gente. Por lo que se impone achicar el encierro.

Uno de los desafíos de la emergencia creada por la pandemia es actuar con suficiente rapidez. Sobre todo para que los perjuicios que ocasiona se puedan paliar con pronti­tud y para que se dé un paso adelante en el camino de la recuperación económica.

La lentitud ante la emergencia económica tendrá un costo más alto para el país. Por esta razón es necesario insistir en la veloci­dad para asegurar el éxito en la lucha contra el coronavirus y sus consecuencias.

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