El retorno a las actividades pro­ductivas es una de las grandes decisiones que debe asumir el Gobierno en el corto plazo a fin de minimizar el impacto colateral de la pandemia en la economía. Semanas atrás se flexibilizó la cuarentena, la constante observada fue un irrespeto absoluto a las normas sanitarias, es así que en la noche del jueves el ministro de Salud anun­ció que los infectados ascendieron a 25, número récord en lo que va de esta emer­gencia y resultado de haber suavizado por unas horas la medida.

El ministro de Salud, Julio Mazzo­leni, señalaba que luego de la cuaren­tena se tendrá un “modo COVID de vivir”, es decir, cumplir con seriedad las medidas sociales e higiénicas de forma permanente. Lo contrario sig­nificará un continuo avance, freno y retroceso de las medidas sanitarias, lo que a su vez complicará el ingreso de recursos económicos para empre­sas y personas.

Asunción, Alto Paraná y Central enca­bezan la cantidad de infectados con el coronavirus, representa al 86,9% del total de infectados; además, lide­ran la cantidad de imputados por vio­lar la cuarentena. En este escenario, la franja etaria de los jóvenes entre los 20 y los 39 años representa al 50% de los infectados. Es decir, en los tres principales polos de producción se asienta la mayor cantidad de enfermos y el sector de recursos humanos más productivo del país es el más enfermo.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Los elementos de la ecuación, volver a producir con respeto a rajatabla de las medidas higiénicas, aún no están alineados en la conciencia de la gente y de muchas empresas, que funcionan sin las seguridades sanitarias. Los ocho fallecidos por la COVID-19 y los más de 200 infectados no hacen mella en la conciencia de las personas sobre la gravedad de la enfermedad.

Entonces, la flexibilización gradual va a demandar que las personas y el talento humano de sectores económi­cos con permiso para salir de la cua­rentena sean aquellos que tienen más posibilidades de cumplir con los pro­tocolos estrictos sanitarios. El éxito en el cumplimiento de las medidas higiénicas será el disparador para que más sectores productivos puedan ser liberados.

La COVID-19 no es un mal pasajero; mientras no llegue una vacuna segura, estamos obligados a continuar guar­dando las medidas de distanciamiento social e higiene. Recordemos que aún no hay verdades absolutas sobre una posible cura, hace apenas tres meses se inició la pandemia y es poco lo que se conoce sobre el mal.

En la magnitud en que cumplamos las medidas sociales e higiénicas, como un acto de responsabilidad con nues­tra vida y con la de terceros facilita­mos la decisión de las autoridades para levantar la cuarentena y retornar lo más pronto posible a la producción de bienes y servicios, aminorando los efectos de la recesión económica.

No comprender que ya nada es igual, que no podemos volver a las rutinas de siempre, que de persistir en las viejas prácticas solo significará más muer­tes, mayor desempleo y pobreza. El retorno más rápido a los puestos de trabajo y así reactivar la economía no está en manos del Gobierno, sino en las nuestras, si empezamos a vivir en “modo COVID”.

Déjanos tus comentarios en Voiz