El conductor de la lucha contra el coronavirus en el Paraguay y ministro de Salud Pública y Bienestar Social, Julio Maz­zoleni, ha hecho el miércoles último una precisión de gran relevancia. En un pro­grama periodístico afirmó que la salud no se puede disociar de la economía por­que son partes de una sola realidad. Con este enunciado refuta con propiedad las afirmaciones de otros exponentes del Gobierno que han insistido en que si se cuida a la salud no se puede atender a la economía, falsa disyuntiva para no apo­yar la actividad productiva.

La definición tiene su relevancia pues viene de la persona actualmente más influyente del Gobierno por sus funciones y que ha demostrado en su actuación sabi­duría, coraje y equilibrio, que son cuali­dades imprescindibles en un conductor. Con esa definición es de esperar ahora que el Gobierno actúe en consecuen­cia impulsando los resortes para activar la economía que, según todos los datos, está cayendo rápidamente con su inevi­table consecuencia en la disminución del empleo y el despido de trabajadores. Pues si hay castigo doloroso en la vida de un país no es la caída del producto interno bruto (PIB) como expresión de una reali­dad, sino sus consecuencias en la vida de los ciudadanos.

Cifras recientes están confirmando que la cantidad de despedidos en las últimas semanas es muy significativa, las que indudablemente van a aumentar si no se hace una acertada conducción. El Minis­terio de Trabajo ha recibido más de 2.800 pedidos de suspensión de contrato labo­ral, lo que equivaldría a dejar sin empleo al menos a 40.000 trabajadores.

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La última versión del sitio económico Basanomics indica que el 70% de la activi­dad productiva de la economía paraguaya se verá afectado. Uno de los expositores del informe mencionó que el impacto de COVID-19 llega a nuestra economía por varios canales de contagio, como la caída del precio de las materias primas, la desace­leración de la economía mundial, el endu­recimiento financiero global, la perturba­ción de la cadena de suministros, además del impacto de las medidas económicas.

Estima que el producto interno bruto (PIB) podría caer este año hasta un 5,4%, en el peor de los casos, y solo un 0,7% en el mejor escenario, por lo que el término medio estaría entre el -3% y -3,5%.

La situación es compleja porque incluso la generación de energía es preocupante por el bajo caudal del río Paraná, que afecta a las dos principales hidroeléctricas.

De acuerdo con la última encuesta de las Expectativas de Variables Económicas (EVE) recogidas por el Banco Central del Paraguay (BCP), las perspectivas de expansión de la economía se recortaron a 1,5% en abril del 3,9% en que se había esti­mado para marzo último, lo que revela también la dirección negativa que está teniendo la actividad económica según la opinión de los agentes del sector.

Uno de los responsables de Basanomics refirió que existe el consenso de que la economía podría empezar a recuperarse levemente, dependiendo de cuánto cae, lo que podría verse en el tercer o cuarto trimestre de este año. Resaltó que los pre­cios internacionales de la soja no están muy bajos porque si bien cayeron, el des­censo no fue importante y que, por su lado, la cotización del petróleo está depri­mida lo que para un país importador como Paraguay es positivo.

Todos los informes sobre nuestro país que se conocen actualmente no son nega­tivos en extremo a pesar de los malos pre­sagios, ya que, presuntamente, no será tan mal castigado como otras naciones.

Pero un país no puede depender solo de los imponderables que se den. Está obli­gado a actuar con decisión en todas las áreas de su vida, como lo está haciendo en el campo sanitario.

Si no se está impulsando con fuerza la actividad económica por problemas de gestión, es hora de entender que la econo­mía no se opone a la salud y que hay que poner todo el esfuerzo para la recupera­ción de la producción, el comercio y el cui­dado del empleo.

El Paraguay está en condiciones de enca­rar la caída que está sufriendo con fuertes posibilidades de éxito.

Pero para ello es imprescindible que el Gobierno mejore su gestión en el ámbito económico.

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