El Banco Mundial afirma que la economía paraguaya caerá este año por los efectos nocivos de la pandemia del coronavirus. Con esto las esperanzas que se tenían de reac­tivar las riquezas del país luego del freno que se tuvo en el 2019 caen por el suelo. Si es así, tendremos un año peor que el anterior con todo lo que ello implica para la vida de la gente. El pronóstico es de comienzos de abril, lo que podría variar según vayan desenvolviéndose los acon­tecimientos, sea para mejorar o para empeorar las perspectivas.

Ante esta desfavorable predicción para el año, no cabe otra postura que aceptarla y reaccionar con valentía para rever­tirla. La enfermedad está golpeando al Paraguay cuando había pronósticos de fuerte recuperación económica, con una previsión del 4% de crecimiento, según el Banco Central del Paraguay (BCP). Ahora el organismo internacional prevé un descenso del 1,2%, lo que implica una recesión con consecuencias muy negati­vas. Como consuelo barato, se puede decir que el banco cree que la de Paraguay será la economía menos golpeada de Suda­mérica, ya que los demás países tendrán comportamientos negativos superiores, como el caso de Ecuador, que tendrá una disminución del 6%, Argentina con -5,2% y Brasil con -5%, que serán las economías más castigadas de la región. No hay duda que el declive de nuestros dos más impor­tantes países vecinos tendrá repercusio­nes inevitables para el Paraguay.

El organismo financiero resalta que los efectos de la pandemia pueden desenca­denar recesiones muy fuertes en diver­sas naciones, con todo lo que ello implica. Estima que por el distanciamiento social, las empresas no podrán comercializar en forma los bienes y servicios que produ­cen y deberán hacer frente a sus costos, como el pago de salarios, honrar sus deu­das y hacer frente a alquileres e impues­tos sin tener los ingresos habituales. Entonces, muchas cerrarán sus puertas y despedirán a sus trabajadores, con el consiguiente perjuicio en lo económico y social. Esto hará inevitable que aumente la pobreza y que la desigualdad social entre ricos y pobres se incremente aún más, según el análisis del banco.

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Algunos índices del primer trimestre de la economía paraguaya parecen darle la razón al estudio, pues las exportaciones de enero a marzo declinaron un 4,5%, en tanto que las importaciones dismi­nuyeron 3,4%. El bajo caudal del río Paraná bajó la producción energética de Itaipú en cerca del 40% y probable­mente ocurra otro tanto con Yacyretá. La única esperanza es que las expor­taciones de soja se incrementen y que la venta de carne vacuna que tuvo un repunte en este período se mantenga en buen nivel.

Para el 2021 el informe del Banco Mun­dial pinta un panorama positivo, pues dice que la economía repuntará y estima que el crecimiento de Paraguay será del 5,6%, y, junto con Perú, que crecería el 6,6%, y Uruguay con un aumento del 5,5%, será uno de los tres países con mejor desempeño económico en la zona.

La vida de los pueblos depende no solo de las contingencias e imponderables, que no puede manejar, sino en gran medida de la gestión de sus gobernantes y el accio­nar de su gente. Los que son capaces de enfrentar los desafíos con sacrificio y tra­bajo han tenido siempre mejores resul­tados que los que prefirieron el llanto y la inacción. La historia de la humanidad tiene suficientes ejemplos de ello.

Este es el momento en que el Paraguay tiene que mostrar su gran estirpe lucha­dora y así como encara la COVID-19 debe emprender acciones en el campo económico.

El Gobierno, algunos de cuyos miem­bros hablan de priorizar la salud sobre la economía, debe comprender que ambas cosas son parte inseparable de la rea­lidad y que no se puede dejar de lado la producción, el comercio ni el empleo por ningún motivo. Ya cometió el año pasado el error de priorizar la política a costa de la economía y no pudo evitar la rece­sión del primer semestre del 2019. Con acciones inteligentes y oportunas puede hacer ahora que las cosas se desenvuel­van mejor de lo previsto en el campo eco­nómico y así podamos tener un 2020 más benigno que lo que dice el vaticinio del Banco Mundial.

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