El éxito de las ferias de empleo, como la organizada por primera vez por la Asociación Nacional Republicana, que convocó a casi un millar de mujeres jefas de hogar, no es más que el reflejo de una realidad que subsiste con fuerza en nuestro país. Si bien Paraguay experimentó un leve aumento de la tasa de desocupación, pasando de 6,4% a 6,9% entre los primeros tres trimestres del 2018 y 2019, la perspectiva cambia cuando vemos que el trabajo subterráneo en el 2018 movilizó US$ 16.522 millones.

Esto equivale al 40,3% del Producto Interno Bruto (PIB) del Paraguay, pero también equivale a mayor explotación laboral, a más evasión impositiva y al crecimiento de otros fenómenos sociales negativos.Las cifras sobre empleo y desempleo deben ser aquilatadas con seriedad por el Gobierno, los partidos políticos y los sectores de la producción, la industria y el comercio, para no engañarnos como en el caso de Guatemala. Este país centroamericano tiene el récord de ser la nación con menor desempleo de América Latina (2,5%), pero por los bajos niveles de oferta laboral formal, lo cual obliga a sus ciudadanos a engrosar las filas de la informalidad con todos los males que esta arrastra: pobreza y desnutrición, entre otras desgracias, según se desprende del último informe de Panorama Laboral, realizado por la Organización Internacional del Trabajo y publicado a fines de enero con cifras actualizadas al tercer trimestre del 2019.

El trabajo formal es el mejor negocio para los empresarios, para los ciudadanos y el Gobierno. No se debe olvidar el vínculo directo y fuerte entre crecimiento y empleo, así como la estrategia para avanzar en la reducción del desempleo: apoyar la demanda interna y adoptar políticas y reformas que puedan estimular la oferta.

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En un reciente estudio del Fondo Monetario Internacional se evidencia que, en promedio, en los mercados como el nuestro –emergente– el aumento de 1 punto porcentual de crecimiento del producto eleva el desarrollo del empleo en 0,2 puntos porcentuales. Para ello, las empresas deben confiar en las perspectivas de una mejora sustancial de las ventas que les permita ampliar su capacidad, pero es esencial asegurar que exista demanda para respaldar la oferta, y este último componente no solo es responsabilidad del mercado, sino también del Gobierno, con la adopción de políticas de estímulo de la demanda para que el impacto no se quede en el corto plazo.

Los sectores público y privado juegan un papel vital en el crecimiento para el combate a la economía y el empleo subterráneos. En este marco, resulta no solo interesante, sino también importante que las empresas, con responsabilidad social, oferten opciones laborales de calidad para que las ferias de empleo no se conviertan en puntos de acopio de mano de obra para reforzar el trabajo informal.

Es plausible la iniciativa partidaria y no proselitista del Partido Colorado con la creación de la Oficina de Asesoramiento de Empleo, dependiente de la presidencia de la Junta de Gobierno de la ANR, para que esta sea el nexo entre los buscadores de empleo y las empresas formales que requieren incorporar personal a sus equipos productivos.

Si bien el solo crecimiento no es el remedio, debemos reconocer que es un factor esencial para combatir el alto nivel de desempleo que subsiste en el país, que está más allá de las cifras oficiales y que sí se siente en la calle. Según el último informe de la Organización Internacional del Trabajo, Paraguay se ubica en el séptimo lugar de los países de Latinoamérica con un 6,9% de desempleo, afectando especialmente a mujeres jefas de hogar, a los jóvenes y al sector rural. Ahí se marca la hoja de ruta a adoptarse, es en esos sectores donde se deben enfatizar las estrategias para las oportunidades laborales que mejoren la calidad de vida de nuestra gente.

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