Una de las inclinaciones más frecuentes de nuestras autoridades suelen ser los viajes al exterior. Pero ojo, no los viajes privados pagados por el bolsillo del funcionario en cuestión, sino a costa del erario.
Esto es lo que deja entrever esta semana una serie de publicaciones periodísticas, entre ellas de La Nación, que da cuenta de la cantidad de viajes que realizan nuestras autoridades, desde integrantes del Poder Ejecutivo, parlamentarios y hasta altos magistrados del Poder Judicial.
En el Poder Ejecutivo, en apenas un año y poco de gestión de la administración Abdo Benítez, varios integrantes del gabinete se han destacado más por sus viajes que por su buena gestión. En este sentido, el titular de la cartera de Salud Pública, Julio Mazzoleni; y la titular del Ministerio de la Mujer, Nilda Romero, son los que se han destacado en estos menesteres de sellar su pasaporte para salir del país. Según los datos, Mazzoleni viajó 16 veces en los 14 meses de gestión al frente de un ministerio clave como el de Salud. Viaja cada tres semanas al exterior, según esta estadística hecha mentalmente y sin ningún rigor. El mismo caso de “pasaporte feliz” es el de la ministra Romero, quien desde agosto del 2018 a octubre de este año ha traspasado las fronteras de nuestro país en 14 ocasiones.
Es verdad, es probable que no todos los viajes hayan sido costeados por el Estado paraguayo, pero con seguridad –invitados o no– un jugoso viático casi siempre se llevan estos funcionarios.
Los parlamentarios tampoco se quedan atrás, ya que asisten a cuantas invitaciones reciben para participar de jornadas que poco o ningún interés tiene el Paraguay en conocer. Ni hablar de los altos magistrados del Poder Judicial, que también son abonados permanentes de los viajes; tan solo a setiembre pasado, los ministros del máximo tribunal se han llevado la friolera de 130 millones de guaraníes, solo en viáticos. Tantos otros casos de funcionarios de menor rango que también se benefician de estas giras con suculentos viáticos.
Lo que se plantea en estos casos y lo que deja para la reflexión es la necesidad de estas salidas al exterior. No todos, pero en muchos casos, son viajes que no contribuyen absolutamente en nada a los intereses del país ni suponen una sola ventaja para que el paraguayo viva mejor. Hay citas ineludibles, sin dudas; ¿pero 16 o 14 viajes al exterior?
Otro de los aspectos que dejan entrever estos viajes de ministros, parlamentarios o magistrados de la Corte Suprema es que no hay una mínima conciencia sobre la austeridad en los gastos, a pesar de la crítica situación de las finanzas públicas y de lo poco que hay de coherencia entre la retórica y las acciones de estos funcionarios.
Pero los gastos en viajes y viáticos son apenas una parte de aquel derroche del dinero público y, salvo justificados casos, son prescindibles y canalizables a otros gastos que sí son prioridad. Hay otros costos que hoy asume el Estado que son considerados superfluos. Solamente en gastos innecesarios, el Estado paraguayo destina un 4 por ciento del PIB, lo que representa unos 1.600 millones de dólares al año, según el ministro Benigno López, quien dijo que su desafío es reducir al 2,5% y lograr por lo menos un ahorro de 600 millones de dólares en los próximos años.
El Presupuesto para el 2020 no ha tenido cambios sustanciales respecto al que rige para este 2019 ni a planes de gastos de años anteriores. Sigue siendo el mismo festival de despilfarro de los recursos que posee el erario. Es necesario comenzar una verdadera política de austeridad y racionalización del gasto para mejorar la calidad de los servicios que ofrece el Estado paraguayo.