Cada 1 de mayo se recuerda en todo el mundo el Día de los Trabajadores como homenaje a las mujeres y hombres de todo el universo que con su tarea cotidiana producen bienes y servicios, que hacen que la economía sea el sustento de miles de millones de personas y que permiten el progreso de las empresas y de las naciones que habitan el planeta. Por razones históricas conocidas, la mayoría de las naciones hacen una pausa en esta fecha para recordar al factor más importante de la economía del mundo que es el trabajador, la persona humana, mujer y varón, que es irreemplazable en esta fenomenal tarea.
En el Paraguay, donde se recuerda este día con una pausa en los trabajos, es también un momento para reflexionar sobre la situación del trabajador paraguayo y la gran deuda que aún tiene la sociedad y el Estado con los millones de personas que trabajan y que no están protegidas de hecho por las normas vigentes.
Un informe del Banco Mundial conocido en febrero pasado revela que el Paraguay está entre los países de mayor nivel de empleo informal entre las naciones de economías emergentes de ingreso mediano alto y, obviamente, la falta de protección social para los trabajadores es una de las más preocupantes.
De acuerdo con las conclusiones del organismo multilateral, el Paraguay se ubica este año entre los países con mayor nivel de empleo informal al presentar una tasa del 71%, comparado con otros países, como el Brasil, que tiene un 36% de empleo informal, y México, con 57%. Lo que quiere decir que 71 personas de cada cien que trabajan en el país no laboran en condiciones normales, al no tener un horario de trabajo adecuado, no reciben el sueldo mínimo establecido y carecen de las protecciones de salubridad establecidas en el seguro social. No aportan al seguro social y tampoco recibirán jubilación cuando lleguen a la ancianidad. En este grupo están las personas que trabajan en tareas informales, como limpiavidrios, vendedores callejeros y otros similares, además de las que están en relación de dependencia y no reciben la protección legal.
El informe remarca que “la informalidad y la falta de protección social para los trabajadores son aún los motivos de preocupación más acuciantes para las economías emergentes”. El Banco Mundial considera sorprendente el hecho de que la informalidad se haya mantenido estable a pesar del crecimiento económico.
Otro detalle dado a conocer por el organismo internacional es que Paraguay está entre los países peor ubicados en materia de capital humano, pues en un índice publicado recientemente lo ubica en el puesto 90, detrás de Brasil, que está en el lugar 81, Argentina en el puesto 63 y Uruguay en el 68, por citar los del Mercosur.
El índice mide la cantidad de capital humano que un niño nacido en el 2018 puede esperar conseguir para cuando termine la secundaria, teniendo en cuenta los riesgos de salud y la educación deficiente que existen.
Lo primero que tenemos que asumir como sociedad es esta cruel realidad, que no resulta desconocida, pero que en el estudio está con lujo de detalles. Se puede decir sin exagerar que la situación del trabajador paraguayo en general deja mucho que desear, aunque en los últimos años se ha avanzado en gran medida. Pero la realidad apuntada con los números del Banco Mundial es dolorosa y no permite otra reacción que hacerla frente para mejorar la situación.
Si bien la Constitución Nacional señala que todos los habitantes del Paraguay tienen derecho a un trabajo lícito, en condiciones dignas y justas y que la ley protegerá el trabajo en todas sus formas y que los derechos que ella otorga al trabajador son irrenunciables, la realidad es muy diferente.
Por eso urge que el Gobierno, como responsable de la conducción del país, tome medidas para que se cumplan efectivamente las normas laborales, no solo a través del ministerio del ramo, que es uno de los más pequeños y débiles, sino a través de todas sus instituciones sociales. La protección del ciudadano que produce la riqueza para el país debe ser una de sus más importantes prioridades si quiere el bienestar nacional.