Con bastante malicia, el dia­rio Abc Color utilizó insisten­temente la frase “amigos del alma”, con la que vinculaba la relación estrecha entre el ex presidente Horacio Cartes y el empresario Darío Messer, hoy prófugo, acusado de varios delitos, utilizando la expresión como un dato vinculante con las actividades delictivas del empresario.

Malicia por­que ser “amigo” de alguien en cualquier cualidad o grado no puede ser conside­rado un hecho vinculante con los nego­ciados o delitos que cometa. Se trató sin dudas de una parte de la campaña sucia que adoptó el grupo mediático Zuccoli­llo en su abierta posición anticartista de cara a las recientes elecciones naciona­les, opción que de por sí es válida, que el medio opte a favor de una candidatura o se incline contra otra, siempre y cuando las cartas estén sobre la mesa y no se trate de estafar a los lectores, como es el caso de machacar con la vinculación de amigos del alma como un estigma, es decir, estig­matizar falsamente a un contrincante en pro de la promoción de otro, convirtiendo una frase baladí en acusación de compli­cidad al cargarla con la marca delictiva del empresario hoy prófugo y por muchos años operando abiertamente en el país hasta el punto que, como sucedió y se denunció ahora, se constata que el banco del Grupo Zuccolillo efectivamente ope­raba con el prófugo Messer, lo que tam­poco, hasta aquí y ahora, significa que haya complicidad entre las partes, aunque hacer negocios con un “mafioso”, como consideraba Abc Color al brasileño, sea de por sí un delito; pero si de carga de sospe­cha se trata, sin duda es mucho más sospe­choso negociar con un mafioso a través de una empresa financiera que tener amistad con él cuando aún no estaba siquiera con­siderado como tal, como demuestran sus transacciones financieras con empresas de plaza como el Banco Atlas, entidad pro­piedad del Grupo Zuccolillo.Lo que queda claro es que el grupo mediá­tico trató de estigmatizar a Cartes con la acusación de “amigo del alma” del hoy prófugo Messer, usando y abusando del estigma “amigo del alma”.

Sin dudas no representa delito alguno, en principio, negociar con un empresa­rio, mafioso o no, hasta que se lo denun­cia y existe orden de captura contra él, y mucho menos ser su amigo.

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Queda, sin embargo, la duda de si el grupo mediático y financiero consideraba a Messer como un delincuente, tal como lo tachaban con sistemática frecuencia. Sí resulta un tanto agravante que igual­mente hayan estado operando con él.

Volviendo al principio, vale la pena advertir sobre el peligro de la manipula­ción periodística que, lamentablemente, se ha vuelto frecuente en Paraguay en los procesos electorales. Y que ese peli­gro no tiene que ver con que un medio o un profesional, cualquiera sea, carezca del derecho de asumir una posición polí­tica públicamente y promoverla, siem­pre y cuando se haga francamente, sin ánimo de estafar a la ciudadanía descali­ficando a los otros con malicia en vez de con argumentos.

Es de por sí aberrante que se manipule la información tratando de privilegiar o perjudicar a uno u otro candidato. Si bien la manipulación puede tener resulta­dos, sobre todo en un medio donde reina, lamentablemente, el “radio so’o”; en una coyuntura, el perjuicio es para la infor­mación, para el periodismo, que pierde solvencia y, sobre todo, credibilidad.

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