Con el mediático caso de Enrica Locatelli, la paraguaya que fue dada en adopción a una familia italiana hace cuatro décadas, sale ahora a la luz un presunto esquema de tráfico de bebés que habría estado dirigido por sacerdotes redentoristas en la ciudad de Pilar, en la década de los ´80.
La mujer, quien se encuentra en el sur del país conociendo a sus familiares paraguayos, y su hermano mellizo, cuyo paradero se desconoce, podrían haber sido víctimas de esa red que operaba en la era estronista, según testimonios de ciudadanos pilarenses que ahora desempolvan aquellos rumores que siempre rodearon a algunos hombres de la iglesia local.
Enrica tenía apenas unos meses de vida cuando cayó en manos de una pareja italiana que la llevó a Europa y donde durante cuarenta años vivió con una nueva identidad, sin imaginar nunca que tenía sangre paraguaya, hasta que su madre adoptiva, en el lecho de su muerte, le confesó la verdad con lujo de detalles dándole todas las pistas que la condujeran a su orígenes.
Locatelli empezó entonces una campaña sin tregua para lograr ubicar a su familia biológica, valiéndose de las redes sociales; así logró contactar con quienes aparentemente eran sus hermanos mayores, quienes sin más contratiempos se pusieron a disposición para las correspondientes pruebas de ADN que corroborarán las suposiciones de Enrica de que había encontrado a los suyos.
El primer estudio arrojó un resultado negativo; pero la joven no perdió las esperanzas y, recurriendo a otros mecanismos, logró que muestras biológicas de sus hermanos pudieran ser estudiadas en Italia. Grande fue su alegría y la de sus hermanos cuando el resultado de la segunda prueba era positivo.
Desbordada de emoción, Enrica empezó inmediatamente a hacer las maletas para volar a Paraguay y, finalmente, hacer realidad su sueño de conocer y abrazar a los miembros de su verdadera familia. Esto ocurrió el domingo pasado en medio de mucha emoción, cuando sus hermanos y otros parientes cercanos la fueron a recibir en el aeropuerto internacional Silvio Pettirossi.
Desde la principal estación aérea de nuestro país se trasladaron directamente a la ciudad de Pilar, donde la comunidad la recibió con una verdadera fiesta, con caravana y música e interminables muestras de afecto.
Tras las pistas de su hermano
Pero la alegría no es del todo tan plena para Enrica porque, como lo dijo en una entrevista con los medios de comunicación, ahora empieza para ella el desafío de encontrar a su hermano mellizo que también habría sido dado en adopción ilegal en los 80, supuestamente por conocidos curas redentoristas de la época.
A propósito, cuando Enrica recibió de su propia madre adoptiva algunos detalles de su adopción en Paraguay, le contó que fue un sacerdote de nombre Atilio Cordioli quien la había entregado, presuntamente, sin el consentimiento de los padres biológicos de la niña.
Locatelli había logrado comunicarse con el religioso quien en un principio prometió ayudarla a buscar a su familia paraguaya, lo que al final no ocurrió. El cura emprendió ahora viaje a Italia, coincidentemente. Además, la mujer lo acusa de haber manipulado el primer resultado de la prueba de ADN que dio negativo.
Una casa, unos niños
En medio de las celebraciones que rodean a Enrica, quien hoy salió a recorrer las calles de Pilar, antiguos lugareños comentan ahora a los medios que en la última década del gobierno de Stroessner operaba en la localidad una red de tráfico de bebés, presuntamente liderada por sacerdotes de una congregación asentada en Pilar.
Las fechas coinciden con los detalles que da Enrica, quien, al igual que su hermano mellizo, pudo haber sido una de las tantas víctimas de una red que, al margen de la ley y por unos billetes, condujo probablemente en los 80 al triste desarraigo de inocentes niños paraguayos.