Stephen Grocer
Este año, hay una fiebre de adquisiciones que está dando una nueva forma a la industria farmacéutica. Sin embargo, los inversionistas no les han dado una bienvenida universal a las transacciones.
El acuerdo que AbbVie firmó el 25 de junio para comprar Allergan, una transacción valuada en 63.000 millones de dólares, fue la última evidencia: las acciones de AbbVie cayeron 16%, su peor día en 6 años. Meses antes, los inversionistas llevaron a la baja las acciones de Bristol-Myers Squibb 14%, después de anunciar que iba a comprar Celgene por 74.000 millones de dólares.
Hasta ahora en 2019, ha habido 9 anuncios de transacciones valuadas en más de 4.000 millones de dólares, entre ellas la compra que propuso Pfizer de Array BioPharma por 11.000 millones de dólares, el acuerdo de 8.000 millones de dólares de Eli Lilly por Loxo Oncology y la adquisición que realizó Roche de Spark Therapeutics por 4.800 millones de dólares.
Este año, los inversionistas recibieron la mayoría de los anuncios de fusiones con mayor agrado que las adquisiciones de Allergan y Celgene. Entonces, ¿por qué los inversionistas han castigado a Bristol-Myers y AbbVie?
Parte de la explicación está relacionada con el tamaño. Las grandes transacciones conllevan mayores riesgos, y los dos acuerdos se ubican entre los más grandes que se hayan registrado en el sector de la atención médica. No obstante, la reacción del mercado bursátil también parece reflejar inquietudes respecto del enorme gasto de las empresas en adquisiciones que tal vez no produzcan el siguiente gran éxito.
AbbVie necesita diversificarse. El año pasado, las ventas de su medicina más vendida, Humira, un fármaco antinflamatorio, llegaron al máximo de 20.000 millones de dólares y representaron el 60% de sus ingresos. Sin embargo, a medida que Humira se acerca a un llamado declive de patentes —la pérdida de su protección de exclusividad en Estados Unidos—, AbbVie ya ha comenzado a sentir las consecuencias. Las versiones de la competencia ya están disponibles en Europa, y están programadas para salir a la venta en Estados Unidos en 2023.
Las preocupaciones respecto de cuáles son los fármacos que están en desarrollo derribaron las acciones de Bristol-Myers después de que anunció su acuerdo por Celgene, cuyo popular fármaco para combatir el cáncer, Revlimid, representa alrededor de las dos terceras partes de sus ventas. Este fármaco también enfrenta un declive de patentes, pues su protección se termina en 2022. En 2018, los cuestionamientos respecto de la capacidad que tendría Celgene para remplazar a Revlimid hundieron las acciones casi 40%.