STEVE LOHR Y CARLOS TEJADA

El 31 de enero, Xerox declaró que, después de 115 años de ser un negocio independiente, combinaría sus operaciones con Fujifilm Holdings de Japón. El acuerdo marcó el fin de una empresa que alguna vez fue un puntal corporativo de Estados Unidos.

“Xerox es el epítome de los negocios monopólicos de tecnología que no pueden hacer la transición hacia una nueva generación tecnológica”, señaló David B. Yoffie, un profesor de la Escuela de Negocios de Harvard.

La transacción es un recordatorio cruel de que, sin importar qué tan alto pueda volar, una empresa siempre puede ser vulnerable ante el siguiente gran avance. Xerox se une al grupo de empresas tecnológicas que alguna vez fueron formidables, pero perdieron en la carrera de la innovación, como Kodak y Blackberry.

Según el acuerdo, Fujifilm será propietaria de poco más del 50% del negocio de Xerox. Hay planes para recortar 1.700 millones de dólares en costos durante los próximos años. Fujifilm señaló que reduciría su nómina: 10.000 trabajadores a nivel mundial.

La manera en que Xerox cayó tan bajo es un estudio de caso al que los expertos en administración llaman la “trampa de la competencia”: una organización se vuelve tan buena en algo que no puede aprender nada nuevo.

Xerox remonta sus orígenes a la fundación de M.H. Kuhn Company en 1903. Sin embargo, la empresa cambió de trayectoria gracias a la idea de un invento que surgió en un laboratorio improvisado de Queens durante la década de 1930.

Ese invento, creado por Chester Carlson, un abogado de patentes, llevó a la creación de la fotocopiadora moderna. A Carlson incluso se le ocurrió un término para el proceso: “xerografía”. Para 1959, Xerox ya se había ganado el derecho a explorar la tecnología, entonces fue cuando lanzó la popular fotocopiadora de oficina.

Muy pronto, las fotocopiadoras Xerox se convirtieron en un negocio floreciente y fundamental para la vida en las oficinas. En las empresas más grandes, las “salas de Xerox” se volvieron un lugar donde se podía convivir.

En los buenos tiempos, Xerox invirtió en tecnología nueva. Durante la década de 1970, montó un centro de investigación en Palo Alto, California, muy lejos de sus oficinas centrales de la Costa Este. Su objetivo era inventar la tecnología del futuro para las oficinas.

Los tecnólogos del laboratorio, el Xerox Palo Alto Research Center, no inventaron el ratón para computadora ni la interfaz gráfica para el usuario. No obstante, los refinaron y construyeron un prototipo de computadora personal, el Alto. Se fabricaron y se pusieron a trabajar más de 1.000 Alto, algunas de las cuales llegaron a la Casa Blanca de Jimmy Carter.

Cuando los gerentes corporativos se apoderaron del proyecto de la computadora personal e intentaron comercializar el Alto, una computadora llamada Xerox Star, le pusieron un precio superior a 16.000 dólares. El proyecto fracasó.

El precio de la Xerox Star era más parecido al de una fotocopiadora –una máquina de oficina cara– que al de una computadora personal. En 1981, el mismo año que la Star salió al mercado, IBM presentó su PC para negocios, con un costo menor a 1.600 dólares. Tres años más tarde, la Macintosh de Apple se vendió por cerca de 2.500 dólares.

En la década de 1980, mientras expiraban las patentes de su tecnología de copiado, Xerox enfrentó una competencia feroz de parte de empresas japonesas de bajo costo como Canon y Rico. Debido a que su negocio estaba bajo presión, Xerox incursionó en los servicios financieros. Compró una aseguradora contra accidentes, Crum & Forster, y una firma de administración de inversiones, Van Kampen Merritt.

Incursionar en los servicios financieros generó problemas y, en la década de 1990, la empresa vendió todo lo relacionado con estas firmas.

Desde entonces, Xerox ha luchado con el éxito del correo electrónico y la iniciativa que realizaron las oficinas de todo el mundo: enviar y compartir documentos de forma electrónica. En años recientes, Xerox decidió reinventarse más como un proveedor de servicios empresariales, para ayudar a que las empresas optimizaran el flujo de sus documentos, y empezó a trabajar en campos como el cuidado de la salud, los recursos humanos y el cumplimiento financiero. Obtuvo algunos contratos de alto perfil, como operar los sistemas de cómputo y pagos de las casetas de las autopistas E-ZPass.

Sin embargo, ninguno de sus esfuerzos generó ganancias considerables para compensar el declive que sufría el negocio de las copias. Xerox nunca logró tomar la ola digital para disfrutar de algo parecido a la prosperidad que alguna vez gozó.

Según el acuerdo que se anunció el 31 de enero, Xerox, de Norwalk, Connecticut, será parte de una empresa conjunta que ya existe, Fuji Xerox, la cual vende productos y servicios para oficina en la región del Pacífico asiático. Como parte de la transacción, la empresa emitirá 2500 millones de dólares combinados en dividendos en efectivo para sus accionistas.

Se espera que la empresa fusionada tenga ganancias anuales por 18.000 millones de dólares y siga cotizando en la Bolsa de Valores de Nueva York bajo el símbolo bursátil de Xerox, XRX.

“Tengo la confianza de que la capacidad de Fujifilm para producir cambios así como su experiencia en las reinvenciones exitosas darán una ventaja competitiva a la nueva Fuji Xerox”, mencionó en un comunicado escrito Shigetaka Komori, el presidente y director ejecutivo de Fujifilm.

Fujifilm todavía fabrica película pero, por medio de su tecnología de imagen y de químicos, se ha diversificado de manera considerable en productos tan variados como ingredientes para cosméticos y equipo médico.

Las acciones de Xerox, las cuales habían estado básicamente por los suelos en años recientes a pesar de una aceleración generalizada en el mercado de valores, subieron cerca de 12% durante el mes pasado debido a la anticipación que provocó el acuerdo.

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