- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
Hace varios años en los EE. UU. muchos analistas ante el rápido crecimiento de las grandes cadenas de distribución, las concentraciones industriales, la expansión de las grandes empresas de servicio como también de las multinacionales auguraron la rápida y cierta desaparición de las pequeñas empresas.
Las principales razones en los que se basaban eran las siguientes:
-Economía de escala: debido a sus mayores dimensiones, las grandes empresas se benefician con costos más reducidos derivados de la mayor cantidad de productos o servicios que elaboran, lo que les permiten poder ofrecer a los consumidores precios más bajos con mayores chances de competitividad.
-Recursos de marketin: las grandes empresas disponen de más recursos y habilidades dentro del área de marketing (publicidad, promoción, ventas, etc.), colocándolos en una posición competitiva difícil de superar por las pequeñas empresas que, en su mayoría, no disponen de los recursos económicos, habilidades técnicas, ni posibilidades de utilizar al mismo nivel a las agencias publicitarias.
-Recursos financieros: las grandes empresas no solo poseen más recursos financieros que las pequeñas, sino que tienen un más fácil acceso a las fuentes de financiación (bancos, financieras, mercado de valores, financiación de proveedores del exterior, etc.), permitiéndoles implementar diversificados proyectos de inversión que difícilmente podrán ser igualados por la pequeña empresa.
-Habilidades de gestión: las empresas grandes tienen la capacidad de poder contratar los recursos humanos más idóneos para el buen desarrollo de su gestión, permitiéndole la capacidad de poder desarrollarse e implantar proyectos de inversiones que difícilmente las empresas pequeñas estarán en condiciones de hacerlo.
-Investigación y desarrollo: las pequeñas empresas no disponen de recursos suficientes para desarrollar las nuevas tecnologías necesarias para mantener una posición de vanguardia en los mercados, lo que los ubicará en situación de desventaja frente a la gran empresa, quienes al tener una mayor capacidad económica-financiera-patrimonial están en condiciones de poder invertir sumas importantes en el desarrollo de nuevos productos.
Pero, ¿qué sucedió en realidad? A pesar de los augurios en los EE. UU. y en los países desarrollados de todo el mundo, la pequeña empresa sigue ocupando un sitial de importancia dentro del conjunto empresarial.
Se ha demostrado que, tanto en los EE. UU. como en los países desarrollados de Europa y Asia, las pequeñas empresas son las que están generando más del 80 % de los nuevos puestos de trabajo que se crean en dichas economías.
El nivel de rentabilidad de las mismas sigue siendo mayor que el de las grandes empresas, medido en función a los beneficios obtenidos en proporción a las inversiones realizadas.
Las economías occidentales muestran una marcada tendencia que las orienta progresivamente hacia una estructura productiva y de servicios integrada por unidades empresariales cada vez más pequeños.
Entre las principales ventajas se mencionan a:
-La creciente segmentación de los mercados.
-El interés cada vez mayor en la satisfacción de los consumidores.
-Un entorno altamente cambiante que exige estructuras pequeñas y ágiles capaces de adaptarse con rapidez a las nuevas condiciones que les imponen las rápidas transformaciones sociales, económicas y políticas.
-El fácil acceso de las pequeñas unidades empresariales a las más recientes innovaciones tecnológicas.
Contamos con mano de obra barata y variedad de recursos y una población económicamente activa que hoy día no posee suficientes fuentes de empleo y que muy bien podrían ser utilizadas, para apuntalar este estratégico sector económico de nuestro país.