Desde 1996 hasta el 2024, la empresa paraguaya Tabacalera del Este Sociedad Anónima (Tabesa) aportó al fisco, en concepto de diferentes impuestos, USD 889 millones. En 2022, la industria venía aportando un promedio de USD 40 millones anuales. En el año en que se anunció la sanción de OFAC por parte de los EE. UU., el aporte al fisco se redujo a USD 26, 3 millones, en 2024, el monto cayó estrepitosamente a USD 7,3 millones.

Es decir, a raíz de dicha sanción, el Estado paraguayo dejó de percibir en dos años USD 47 millones. Esto significa un golpe tremendo a las arcas públicas, y ni qué decir el impacto para cientos de familias paraguayas que quedaron sin sustento al perder sus puestos laborales, desde cultivadores de tabaco hasta trabajadores y obreros de fábrica.

Los impuestos que recauda el Estado de la industria tabacalera, en general, van como otro tipo de ingresos para financiar el PGN. Por supuesto eso incluye todo lo relacionado a salud, educación, etc.

Lo más grave de todo esto es que quedó confirmada que la sanción se originó en una componenda política, de un maridaje nefasto conformado por el exembajador de EE. UU. Marc Ostfield y el entonces presidente Mario Abdo Benítez.

Cayó el relato de la prensa abdista y de la oposición de que las sanciones venían desde Washington, cuando el actual secretario de Estado, Marco Rubio, confesó que algunos embajadores, entre ellos el de Paraguay, “andaban por su cabeza” sin responder a las políticas del país del norte. A esto se suma que una de las primeras medidas de Donald Trump al asumir la Presidencia fue disponer el raje de Ostfield.

Rubio sabe de la componenda política. De que los informes “oficiales” remitidos desde Paraguay eran sesgados, manipulados, y falsificados. Por ello, los artífices de esta manipulación que cometieron delitos están procesados por parte del Ministerio Público y deben terminar en la cárcel, al igual que Abdo, quien se refugia en sus fueros con el guiño de la oposición. Lo mismo para Ostfield, debe los Estados Unidos castigar a sus diplomáticos que en plena misión realizan un daño monumental al país.

Acá no se reduce a una cuestión de simpatías políticas u odios a los enemigos coyunturales, sino a dimensionar el impacto negativo para el Paraguay. La grosera intromisión de Ostfield y el terrorismo de Estado cometido por Abdo tienen que tener consecuencias; de lo contrario, la historia podría volver a repetirse. Puedo estar equivocado, pero es lo pienso.


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