EL PODER DE LA CONCIENCIA

El Sábado Santo, en el que la religión católica recuerda uno de los tres días en que Jesús yacía muerto luego de entregar voluntariamente su vida para el perdón de los pecados de los hombres, tiene un mensaje muy profundo que invita a reflexionar acerca del sentido de nuestra existencia y de nuestras acciones.

En esta semana que finaliza, la noticia que destacó fue la filtración del documento enviado por el exembajador Marc Ostfield al Departamento de Estado de EE. UU. en el que deja en evidencia la alianza con el expresidente Abdo para cometer impunemente abusos de poder con fines políticos, cuyas consecuencias fueron extremadamente dolorosas para los paraguayos.

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Como lo expusiera el gerente de Tabesa, José Ortiz, el daño causado por la dupla Abdo-Ostfield se reflejó en la pérdida de millones de dólares para la empresa, así como para el Estado en recaudación tributaria, pero también en la persecución y debilitamiento de una floreciente industria nacional que brindaba de forma legal el pan a miles de compatriotas.

Por un lado, afortunadamente el diplomático ya es historia para el país, pero por otro lado es decepcionante pensar que la Justicia nunca le llegará para que pague por el desenlace de todo el complot torcido que urdió junto a Abdo.

El expresidente “de la gente” aún está en el país y no puede dormir tranquilo sintiendo que la Justicia le pisa los talones. Y es que durante su mandato cometió tantas arbitrariedades porque se creía impune. Pero la historia demuestra que hasta a los más grandes les llegó la hora y tuvieron que pagar por sus fechorías.

El filósofo Jean-Paul Sartre (1905/1980) acuñó la frase “el hombre se define a través de sus acciones”. Una idea parecida es que el hombre, el verdadero hombre, se hace responsable de sus acciones, actitud de la que siempre careció Marito, quien durante muchos años se escondió tras la bandera de la mentira y la traición. Incluso, semanas atrás, cuando en las redes apareció con un mensaje de falsa valentía en el que pregonaba que quería ser desaforado. Fue un teatro más.

¿Pero qué se puede esperar de una persona que solo busca aglutinar riquezas para él y su selecto entorno? Mientras que otros capitalistas invierten en el país, creando fuentes de trabajo para el desarrollo y el bienestar de los compatriotas, él solo concreta negociados egoístas. Como un niño malcriado, él come solo.

Si pudo lograr aumentar de forma grosera su fortuna fue gracias a sus aliados. Su primer anillo no solo facilitó el narcotráfico a gran escala, sino que fue protagonista de ilícitos que hoy son investigados por la Justicia. También sus aliados políticos formaron parte de su batucada porque obtenían beneficios y privilegios.

Si hacemos este tipo de reflexiones en este Sábado Santo, es justo que mencionemos además a los otros aliados, esos que nunca fueron protagonistas en el escenario, pero que fueron –y son– los que orquestan toda la obra teatral detrás del telón: la prensa.

Como diría la cantante Perla en “Comienza a amanecer”, me preguntaré si puede más bajo caer la profesión que yo tanto amé. Los medios “amigos” nunca llegaron a investigar los negociados que eran denunciados, tampoco mencionaban las arbitrariedades que ese mandatario cometía, algunos periodistas, con total falta de respeto, hasta trataban de “empleaditos” a sus colegas, menospreciándolos.

Varias de las antes importantes figuras de grandes medios de comunicación también fueron cómplices de los abusos e injusticias y por lo tanto responsables de la pérdida de miles de empleos de paraguayos. Mientras ellos hacían programas de la gran siete, con sueldos privilegiados y posiciones estratégicas, sus propios colegas quedaban en la calle sin trabajo.

En este Sábado Santo, al menos deberían reflexionar en el daño que hicieron a la ciudadanía con su silencio cómplice y sus medias verdades. Como dijo un colega no hace mucho, para ser periodista es indispensable primero ser una buena persona.

Hoy muchos deberían dejar de lado las justificaciones, revalidar ese principio, y recordar que tarde o temprano llega la Justicia. Aquí o en el más allá.

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