DESDE MI MUNDO
- Por Mariano Nin
- Columnista
- marianonin@gmail.com
Muchas cosas nos parecen detestables, horrorosas, condenables. Y lo son. Pero, ¿qué lleva a un ser humano a matar a otro ser humano? ¿O qué pasa por la mente de alguien que comete un crimen, del solitario suicida o de alguien que cree que algo así no le va a pasar?
Muchas veces juzgamos, pero sin ponernos en la piel del otro. Todo lo que digamos puede quedar chico, o grande, no sé. No se justifica el crimen, sino las razones que mueven a la razón.
Lo cierto es que cada persona vive dentro de sus propias tormentas. Todos somos un mundo aparte. Y todos reaccionamos a nuestra manera, para mal o para bien.
Creo que las decisiones pasan por nuestro corazón y muchos las ejecutan antes de que lleguen a la mente o la razón. Depende de la fortaleza, el carácter o la voluntad de cada uno.
Al final es uno mismo quien tiene que lidiar con sus actos.
Condenar es fácil, ponerse en la piel del otro es lo difícil.
El asesino, el suicida, el timador o la prostituta tienen sus motivos para ser lo que son más allá de los prejuicios, y todos, al tomar una decisión, asumen una responsabilidad. Pero eso es personal, porque solo nosotros podemos vivir nuestra vida con nuestros actos.
Ahora podemos juzgar hacia uno u otro lado, pero eso no va a cambiar las cosas. Familias destrozadas por decisiones erradas y falta de diálogo… y nosotros expectantes en un circo global que juzga sin saber.
Incluso nos convertimos en jueces y juzgamos sin derecho a la defensa. Convertimos a inocentes en culpables y los ponemos de frente al paredón de la opinión pública; total, no somos nosotros.
Exponemos a inocentes, enfermos y suicidas sin la más mínima presunción. Olvidando que hay gente sumida en el luto, el dolor o la más absurda resignación.
Las redes permiten eso y más, todos estamos expuestos, pero esa… es otra historia.