- Por Felipe Goroso S.
- Columnista político
El pecado original de Jessica Torres es ser heterosexual, cristiana, blanca, casada, con una profesión que encima le genera ingresos económicos, adulta, física y mentalmente sana. No pertenecer a ningún colectivo de las supuestas minorías políticamente correctas. Eso la convierte en lo que el wokismo etiqueta como una opresora absoluta.
El sociologismo de bajo presupuesto mezclado con moralina maniquea que produce un colectivismo atroz, que como todo colectivismo conlleva la clausura de la libertad individual. Toda consideración moral respecto a la bondad o maldad de una acción, pensamientos o dichos determinados, está supeditada a la calificación política que obtenga el sujeto que la lleva a cabo: si es un “oprimido”, todo lo que haga será bueno, y si es un “opresor”, todo lo que haga será malo e injustificable desde el punto de vista de los medios y una gran cantidad de periodistas.
Para ser un oprimido, a los efectos de los microrelatos del wokismo, Jessica Torres debería ser hombre trans (es decir, una mujer que se autopercibe hombre), de tez oscura, con bajos ingresos económicos, fracasada, afecta a actividades delictivas, que profese cualquier fe que no sea la cristiana (idealmente ninguna), tener ascendencia o directamente ser de un “pueblo originario”, mentalmente deforestada o alienada y reclamando una dieta basada en productos de origen no animal.
Como en ella concurren todas o casi todas de las características de un opresor (le salva por muy poco el hecho de ser mujer) tendrá que ir por la vida pidiendo perdón por ser quien es, someterse a disciplinas, cancelaciones y adoctrinamientos varios. Incluso medios con una reconocida línea editorial conservadora se suman a la campaña de cancelación de la que está siendo protagonista.
Si alguno todavía precisaba una muestra concreta de cómo opera el wokismo en Paraguay, ahí tienen el ejemplo de lo que están haciendo con Jessica Torres solo y únicamente por animarse a expresar públicamente sus ideas, pensamientos y convicciones religiosas y políticas. Porque sí son posiciones políticas y que se oponen al wokismo que impera en los medios de comunicación.