• Por Jaime Zúñiga
  • socio del Club de Ejecutivos

Un tema que se lee todos los días, sobre el cual también he reflexionado en artí­culos anteriores, es sobre como Paraguay se ha posi­cionado como un destino atractivo para la inversión extranjera debido a su esta­bilidad macroeconómica, su favorable calificación de riesgo y su régimen imposi­tivo competitivo. Que exis­ten instituciones como el Ministerio de Industria y Comercio (MIC) y Rediex han impulsado políticas para atraer industrias al país, destacando las ven­tajas que ofrece el mercado paraguayo. Sin embargo, un aspecto clave que no ha recibido la atención nece­saria es, ¿ofrecemos tam­bién mano de obra califi­cada para el desembarco de inversiones en forma de industrias?

Uno de los principales desafíos que enfrenta Paraguay es la alta deser­ción en el sistema educativo. Recientes estudios han revelado que el 30 % de los estudiantes entre 15 y 19 años no concluye la educa­ción media, mientras que la Encuesta Nacional a Estu­diantes de Educación Supe­rior (Enees) 2024 señala que la tasa de deserción universi­taria alcanza el 90 %. Estas cifras reflejan una crisis edu­cativa que limita las opor­tunidades laborales y res­tringe el crecimiento del capital humano disponible para las nuevas industrias que el país busca atraer.

Ante esta situación, el sec­tor público tiene la respon­sabilidad de implementar políticas que fortalezcan la educación técnica y supe­rior, trabajando en conjunto con organizaciones que ya están operando para redu­cir la deserción.

Es fundamental que se adop­ten estrategias que integren educación y mercado labo­ral, asegurando que los jóve­nes adquieran habilidades pertinentes a las necesida­des de la industria.

Un primer paso sería la creación de incentivos para que las empresas inviertan en programas de forma­ción y prácticas laborales. Esto podría materializarse a través de beneficios fisca­les para las industrias que desarrollen centros de capa­citación vinculados a su sec­tor productivo.

A su vez, el Estado podría destinar fondos especí­ficos para programas de becas y apoyo financiero a estudiantes en situación de vulnerabilidad económica, evitando que el factor finan­ciero sea una barrera para la continuidad de sus estudios.

Asimismo, el fortaleci­miento de la educación téc­nica es clave. Paraguay debe modernizar y expandir la oferta de institutos de for­mación técnica, asegurando que los programas educati­vos respondan a la demanda del mercado. La creación de alianzas entre el sector público, privado y organis­mos internacionales permi­tiría establecer un modelo dual de educación, donde los estudiantes combinen teo­ría y práctica en un entorno empresarial real.

Resumiendo, si bien, por un lado, la Ley 4951/13 de Pri­mer Empleo en Paraguay, busca propiciar la inser­ción laboral de jóvenes sin experiencia previa al sector productivo, promoviendo incentivos para que las empresas los contraten, por otro lado, si Paraguay desea consolidarse como un polo de atracción de inversiones, debe garantizar que su capi­tal humano esté preparado para asumir los desafíos de la industria.

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