- Emilio Agüero Esgaib
- Pastor principal de la iglesia Más que Vencedores
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“Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús, que de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más. 2 Porque ya sabéis qué instrucciones os dimos por el Señor Jesús; 3 pues la voluntad de Dios es vuestra santificación; que os apartéis de inmoralidad sexual…” 1 Tesalonicenses: 4:1-3.
El sexo ocupa un lugar sumamente importante en el ser humano. Marca nuestra identidad de género, nuestras emociones, nuestras relaciones y nuestro espíritu. Casi absolutamente todo lo que se hace, dice y piensa tiene alguna relación con el sexo. En la sociedad actual los chistes, las comedias, las publicidades, la películas, los programas, las revistas, las novelas, la televisión, el cine o prácticamente todo lo que tenga difusión masiva tiene relación con el sexo. Un adolescente de ida al colegio ve más erotización de que su abuelo encontraba en todo un fin de semana buscándolo. Actualmente dos de cada tres cosas (publicidad, diversión, televisión, internet, moda, etc.) tiene que ver con sexo. Las páginas de internet de pornografía, erotismo o sexualidad en general superan por miles de millones a cualquier otro tema en la web. Millones de matrimonios se destruyen anualmente en el mundo por culpa de la infidelidad, millones de abortos, cientos de enfermedades venéreas y millones de víctimas de estas enfermedades, embarazos no deseados, muertes de personas y de familias son las consecuencias de mal utilizar nuestra sexualidad.
El escritor español del best seller “El hombre ligh”, Enrique Rojas, definió nuestra época en que el “orgasmo ha sido entronizado”, yo diría la era de “la idolatría sexual”.
Enrique Rojas dijo: “Hay sexo por todas partes, sin afectividad ni amor, sino como una ruta serpenteante, divertida y traviesa, en la que se mezclan valores como la conquista, la búsqueda de placer y el disfrute sin restricciones. Los medios de comunicación prometen la liberación y el encuentro con uno mismo en paraíso de sensaciones maravillosas: sexo sin fin, diversión, juego caprichoso. Así, se pretende engañar y convencer al hombre de que sexo y amor significan lo mismo, de que practicar el sexo es interesante, sin plantearse nada más. Todo desde un punto de vista material y deshumanizado... hemos perdido los puntos de referencia, todo se torna relativo y descendemos así por la rampa del subjetivismo y del egocentrismo, en una palabra: egoísmo”. La Biblia nos enseña que el egoísmo es la raíz de todos los pecados de la carne.
En 1934 un antropólogo llamado J. D. Unwin publicó un libro llamado “Sexo y cultura”. Él quería demostrar la teoría que había desarrollado de que la civilización y el autocontrol sexual tenían una relación directa. Estudió 100 sociedades diferentes en diferentes partes del mundo y encontró que la energía cultural de una sociedad, sus talentos en arte, ciencia, arquitectura, tecnología, etc., aumentaba cuando la energía sexual era controlada. Entonces la monogamia, que es el autocontrol de la energía sexual en un matrimonio entre un hombre y una mujer, produce gran energía social y cultural.
Al buscar las raíces de la inmoralidad sexual no es necesario mirar más allá de nuestra propia naturaleza. Jeremías 17:9 “engañoso es el corazón más que todas las cosas, ¿quien lo conocerá?” y Proverbios 22:15 “la necedad está ligada al corazón del hombre, más el castigo de la corrección lo alejará de la necedad”. Juan dice en 1 Juan 1:8: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”. Por último, Jesús declaró en Mateo 15:18-20 que la raíz del pecado sexual proviene del corazón y este debe ser cambiado.