- por Víctor Pavón (*)
Se pretende la creación por ley del Instituto Paraguayo de la Carne (IPC) para la promoción técnica, económica y comercial de la producción, industrialización, el desarrollo del mercado interno así como el crecimiento de las exportaciones de la carne bovina.
La idea parece cautivar a muchos. Sin embargo, en lugar de fortalecer aquellos objetivos desde el ámbito privado, los proyectistas e impulsores del IPC se decidieron por un órgano de derecho público. Las decisiones del IPC serán de interés público por lo que sus mandatos tendrán carácter coercitivo.
Pero no solo eso. Los proyectistas fueron más lejos. El IPC al adquirir la personería de derecho público, actuará en representación de los intereses de los sectores ante el Estado. De este modo, los productores ganaderos perderán autonomía, base de la función empresarial.
El IPC emitirá mandatos obligatorios en la producción, la comercialización e industria de la carne bovina. Los productores ganaderos estarán subordinados a las decisiones de la nueva organización. Un productor ganadero que por algún motivo considere que la decisión del IPC no es correcta o afecte sus intereses, no tendrá más remedio que acatar al Consejo Nacional del IPC encargado de elaborar la política de la organización y establecer los mecanismos de cumplimiento de sus objetivos y funciones.
Esto último no es de subestimarse. El IPC tendrá facultades que van más allá de las funciones que le otorga la ley a los ministerios de Agricultura y Ganadería, de Industria y Comercio y de Relaciones Exteriores así como las que dispone el Servicio Nacional de Calidad y Salud Animal (Senacsa).
Se está ante el posible nacimiento de un superpoder. De un órgano dotado de atribuciones más allá de lo que disponen las leyes que hacen a los órganos antes citados.
Por ejemplo, los indicadores de eficiencia de la producción ganadera en todo el país estarán sujetos a las directrices del IPC. Y se agrega a ello el control en los procesos de producción, transporte e industrialización en todas las etapas de la cadena de valor de la carne.
Por lo demás, los proyectistas e impulsores del IPC buscan con este nuevo órgano terminar con la posición dominante de los frigoríficos Minerva y Concepción. Este es un error que parte de una equivocada apreciación sobre el funcionamiento de los mercados.
En el sector de la carne bovina, ciertamente, se ha dado un salto cuantitativo y cualitativo en las últimas décadas que enorgullece al país; no obstante, el IPC le pondrá un freno a las mejoras, esfuerzo e inversión que realiza el productor ganadero, el pequeño, mediano y grande.
(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”, “Cartas sobre el liberalismo”, “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes”, y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la libertad y la República”.
(*) Presidente del Centro de Estudios Sociales (CES). Miembro del Foro de Madrid. Autor de los libros “Gobierno, justicia y libre mercado”, “Cartas sobre el liberalismo”, “La acreditación universitaria en Paraguay, sus defectos y virtudes”, y otros como el recientemente publicado “Ensayos sobre la libertad y la República